ADRIÁN GALARCEP: “EL TEATRO SE HA QUEDADO AL INNOVAR EN EL PROCESO TECNOLÓGICO”
Escribe Eliana Fry García-Pacheco
Cuatro estrenos y dos reposiciones conforman la cartelera de este año de Los Productores, casa que cumple su séptimo aniversario ufanándose de haber llevado más de dos millones de espectadores a sus salas. Mérito incuestionable como ya lo hemos resaltado antes.
La data cifrada es su fuerte. Saben impactar con ella, así que seguimos: 2 525 funciones montadas hasta la fecha para 34 obras, doce de ellas de dramaturgia peruana y 274 personajes interpretados por más de cien actores. Pero no se trata información compartida para el alardeo frívolo. En todo caso, si de algo puede alardear Los Productores, es de haber creado un sistema de producción masiva para las artes escénicas, un modelo de negocio que le brinda trabajo a –ya lo mencionamos– cientos de teatristas. Así, para este 2019 su meta asciende a 350 mil asistentes, 12% más que el pasado año.
“El teatro es arte comunitario”, afirmó Adrián Galarcep, director artístico de Los Productores, el pasado 30 de enero al presentar los nuevos proyectos a sala llena en el Teatro Pirandello. Aquí nuestra charla.
¿Por qué para esta temporada no se han buscado diversificar la oferta en otros espacios como hicieron el año pasado con “Las lolas”?
Este año decidimos que toda la temporada sea entre el Pirandello y el Peruano Japonés porque estamos trabajando un proyecto que se va a lanzar como a mediados de año, que es de mediano formatos. No tan chiquitos como “Las lolas”, no tan grandes como para el Pirandello. Yo ya quiero empezar a agarrar ese terreno, expandir a otros teatros (te hablo de espacios de entre 400 butacas, la mitad de lo que trabajamos hoy). Mi sueño es que haya un Pirandello y como un mini-Pirandello con una programación que conviva. Y que algo que yo ‘testeo’ en un teatro de 400 puede crecer a uno de 800.
¿Va a ser un espacio nuevo?
No. Podría tratarse de un número de espacios. Ahorita no hay concretamente la idea de tomar un solo espacio como hicimos con el Pirandello. Lo que quiero es tener una programación anual en diferentes lugares. Esto me permitirá descentralizar, por eso siento que uno de nuestros espacios debería ser móvil.
¿Cómo fue la recuperación del Teatro Pirandello? ¿En qué estado lo encontraron y cuál el acuerdo que llegaron con sus administradores? Porque sospecho que la inversión debe haber sido alta.
Los Productores tomó el Pirandello en un momento que el teatro ya tenía treinta y tantos años e invirtió, en efecto, una cantidad de dinero significativa y firmó un acuerdo con la Embajada de Italia en Perú. Entonces le dimos más vida, reformulamos el espacio en diferentes etapas. Y seguimos invirtiendo en cambios. No solo nosotros, el teatro va a reemplazar las butacas, por ejemplo. Es que tenemos un acuerdo de trabajo mutuo: nosotros operamos el teatro a lo largo del año y la administración cae en manos de ellos. Ellos pueden usar o alquilar el teatro martes y miércoles. Además hay unas reglas de convivencia que han sido bastante fructíferas, nos llevamos súper bien.
Hoy en la presentación se le dio un espacio e importancia sustancial al auspiciador. Y no dudo que sea pieza fundamental para los estándares de producción que realizan ustedes, ¿pero qué tipo de reuniones de trabajo tienen con ellos? ¿Influyen de alguna manera en las decisiones artísticas? ¿Alguna vez se han sentido coaccionados o censurados?
Afortunadamente no. Por suerte tanto Profuturo como KFC han sido bastantes abiertos a seguirnos con nuestras locuras. Algunas dudas en cierto punto pero que no tenían que ver con el contenido. Nunca nos han insinuado que prefieren que su marca no esté asociada a alguna de nuestras propuestas. Y eso es súper valioso porque nos permite trabajar con tranquilidad. Nosotros tenemos una dinámica de trabajo a continuidad, es decir, no me interesa a mí un auspiciador o un promotor con el que me junto a fin de año para contarle un resumen y ya. No. Todo el tiempo estamos en contacto. Tenemos una relación muy cercana con los gerentes generales y los reportes directos.
¿Y qué tipo de reporte reciben? ¿Solo de marketing?
Al fin de año reciben un reporte completo de asistencia, de presencia de marca… O sea, para mí es importante que lo sepan todo, les cuento todo: cómo nos ha ido, qué tipo de respuesta hemos tenido, en qué hemos fallado, qué vamos a cambiar para el siguiente año. Para mí son mis aliados, así que esa figura de mostrarme siempre perfecto ante el auspiciador no me va, no me funciona. Eso nos ha permitido ser muy humanos y salvarnos mutuamente. Nunca he sentido que ellos hayan tratado de poner algún tipo de exigencia mínima o determinante. Han sido muy respetuosos.
¿Cómo es el trato en el aspecto económico? ¿Ellos aportan un monto anual, un fee mensual o se decide la contribución según cada proyecto?
No puedo entrar tanto en detalle pero nosotros cerramos acuerdo anuales.
No hay problema, lo entiendo.
Pero ellos reciben una serie de beneficios. Para mí es importante que el auspiciador sienta que ese auspicio que da, en la forma que sea, sea redituado, que él quiera estar con nosotros. No buscamos que sea un aporte paternalista, que no sea: “mira cómo te estoy ayudando”. Para mí es muy importante establecer una relación en la que mutuamente nos digamos: “mira lo que te estoy dando”, porque el beneficio obtenido es por y para ambas partes.
¿Y qué es lo que Los Productores le suma a ellos además de presencia de marca? ¿Reconocen el valor y el impacto cultural que se asocia a la marca de estos?
Totalmente se dan cuenta. Mira, uno auspicia por estatus o por alcance. El teatro jamás va a ser por alcance, a pesar de que nuestras obras están en los teatros más grandes de la ciudad. Así que es por estatus. Y el teatro brinda una experiencia totalmente distinta que la de una entrada al cine. Engreír con cultura tiene un valor muy distinto que engreír con una botella de vino. Además están los beneficios que se incluyen en nuestro acuerdo anual, que tienen que ver con preventas y funciones exclusivas. Hay un momento de la temporada en la que ya no hay entradas, pero como mis auspiciadores tienen un número de reservas por función, solo ellos consiguen. Y ojo que no son entradas para los gerentes o cabezas, sino para los trabajadores de estas empresas, para sus clientes internos y externos. Y lo que está pasando es que a través de ellos, de compartir estos beneficios entre toda su gente, el teatro está llegando a públicos que solía no ser tan cercana a la experiencia teatral, como gente de sistemas, por ejemplo. Es muy valioso saber que hay una marca, independientemente del rubro, que te cuida como cliente.
Estás empezando tu tercer año como director artístico de Los Productores, pero entiendo que acabas de asumir un nuevo cargo para La Plaza.
Sí, he asumido la dirección ejecutiva de La Plaza. En Los Productores recae en mí la operación completa y la programación. En La Plaza, Chela de Ferrari es la directora artística, ella toma las decisiones artísticas de cada obra que ahí se monta y de la programación. O sea, lo mismo que hago yo en Los Productores. Pero en La Plaza ahora soy el director ejecutivo, así que ejecuto todas las ideas de Chela. Es un reto rico pero me da pena no poderme meterme más porque llego a las reuniones a ver cómo van avanzando en sus proyectos y a mí me toca sumarme y poner orden. Pero ahora la chamba es gigante, al mando de muchos equipos. Es un trabajo de muchísima confianza.
¿Pero ahora te quedará menos tiempo para crear nuevos proyectos bajo tu dirección? De hecho este año no estás estrenando nada. Sin embargo, como teatrista, ¿qué capacidades creadoras te corresponde transformar en el plano administrativo?
Afortunadamente hay toda una parte de administrar propiamente dicha que en nuestra organización ya está resuelta, no la tengo que ver yo. Pero sí hay algo en la gestión de proyectos que requiere de otras habilidades, otras herramientas. Entonces trato, en la medida de lo posible, de utilizar mi experiencia como director de teatro para resolver. Ahora, hay algo en este rol que me gusta mucho. Ya no sé si me vea solo como director de teatro porque siento que de alguna manera estoy involucrado en muchas obras a la vez. El rol que ocupo me permite estar mirando muchos trabajos. Como director artístico es un placer –no exagero– acompañar a los directores porque estamos juntos desde la concepción de la obra.
[Se queda callado un breve momento, con el índice izquierdo sobre la boca y prosigue] Quiero dirigir en 2020, todavía no sé qué. Me provoca hablar de la paternidad. Acabo de ser papá el año pasado y este año volveré a serlo. Es lo único que puedo decir porque no sé más. Hay algo que me mueve ahí. Siento que la maternidad ya está muy contada pero hay algo en el rol del padre que es muy bonito y que no se ha explorado desde la dramaturgia.
Hablando de dramaturgia, ¿por qué este año el único texto peruano a estrenarse es “Pantaleón y las visitadoras”? Digo, en comparación al año pasado…Fue una apuesta pensada porque esa obra es un loco. A ver, yo quería hacer “¿Qué hacemos con Walter?” porque tiene una temática latinoamericana muy bonita, y “Perfectos desconocidos”, una cosa más europea. Pero “Pantaleón…” es un monstruo. Porque una cosa es hacer un musical como “Billy Elliot”, que ya se vio y se estrenó en todo el mundo, cosa que, digamos, me deja un poco tranquilo. Claro, puede que mi versión no funcione pero existe una manera de que funcione. Lo mismo con “Mamma Mia!” o “Hairspray”. “Pantaleón…” es creación pura. Entonces no podíamos arriesgarnos a hacer todo nuevo. De alguna manera necesitaba como un tipo de tranquilidad en la programación del Pirandello para poder abocarnos creativamente a todo el proceso del nuevo musical. Es más, para este año se barajaron muchas otras opciones pero sentí que iba a ser más de lo mismo, que ya era hora que Los Productores se lance a crear un musical peruano, con el potencial de moverse a otros países de la región, con sus propios elencos.
La pregunta cae inevitable, ¿por qué escoger como protagonista a Milett Figueroa? No lo pregunto negando a priori sus capacidades, ¿pero por qué no a una actriz con mayor formación y experiencia para un papel así de complejo?
El proceso de casting siempre es complejo porque hay muchas variables que conjugan. Milett es una persona a la que ya le teníamos el ojo puesto desde hace un tiempo, estuvo considerada en algunos proyectos que al final no salieron. Porque si bien es una chica que ha tenido un inicio distinto, se está formando como actriz, está estudiando un montón, quiere encontrarse de manera distinta. Ha habido una conjugación interesante entre los deseas de ella y los nuestros de poder llevar otro público al teatro. No te estoy diciendo que Milett esté ‘casteada’ solamente porque tiene muchos seguidores.
Pero podría ser también una razón válida tomando en cuenta el tamaño de producciones que realizan. El año pasado estuvo tú sumaste a Yiddá Eslava a “Las chica de 4to C”, que se repone ahora, y entiendo que le fue súper bien. Pero, claro, era otra dinámica de obra.
Sí, por supuesto lo fue. A ver, entiendo también que ha habido toda una controversia con respecto de llamar a gente que tiene miles de seguidores. Por lo menos yo en mi rol de director artístico no creo que sea así, es decir, que esa no ha sido la razón de su elección. Pero también es cierto que tengo una responsabilidad tremenda porque tengo que llenar diariamente un teatro de 800 butacas, tengo que tener cierto nivel de alcance. No voy a negar que es un factor que influye pero no es determinante. Si éramos conscientes del revuelo que podía ocasionar su elección, pero yo he visto ese casting, yo he visto lo que ha hecho y Juan Carlos Fisher mucho más. Él es quien ha abogado más por ella. Además la estamos poniendo a la par de un actor como Emanuel Soriano, a quien admiro muchísimo. Y si está es porque sentimos que puede aportarle mucho al personaje.
En esa línea, ¿por qué apostar por “Perfectos desconocidos”, una película que está en Netflix y que, por tanto, el público ya conoce, ya sabe cómo termina? Que no es lo mismo, me parece, que con los montajes basados en obras literarias. Hay, finalmente, una cercanía entre el lenguaje teatral y el cinematográfico. ¿No sientes que el fenómeno Netflix podría jugar en contra?
De hecho la película que está en Netflix es la española y no tiene el final original. Entonces parte de nuestra campaña va a ser: “si te gustó, ven a verla, y si no, ven también porque el final ha cambiado”. No estamos inspirando en la original, que es italiana. A mi Netflix no me da miedo por la película sino porque es un imán para quedarte en tu casa.
¿Entonces contra qué compite el teatro ahorita? Hoy en la presentación dijiste que “el teatro está de moda”. Tomando en cuenta que desde hace cinco años su público ha crecido de manera sostenida, ¿cómo analizas su respuesta y expectativas?
Siento que tenemos una enorme responsabilidad de simplificar el hábito de consumo y ahí va nuestra transformación. Tenemos que hacer que llegar al teatro no sea tan difícil. Tengo que simplificar el llegar a la experiencia porque entre Glovo, Uber Eats, Netflix y todas las plataformas que la tecnología pone a la mano… Por eso, para mí, es fundamental que aboguemos por la experiencia de salir de casa. Siento que ellos son más mi competencia que el cine, que me parece es un hábito de consumo distinto. El 90% de la gente va al cine a ver qué va a ver. Como en Microteatro: te paras a ver qué hay. O como cuando coges la carta de un restaurante. Acá no.
Mira, con todo esto, tenemos planeado cambiar el eslogan de Los Productores porque nos dimos cuenta que a nuestras obras casi nadie viene solo, cerca de un 40% viene de a dos y el resto son grupos. Creo que el teatro se ha quedado un poco en el sentido de innovar con el proceso de tecnología. Mira cómo se han magnificado las mochilas amarillas y fosforescentes. ¿Por qué no podría comprar una entrada así? Queremos que llegar al teatro sea más fácil. Vamos a pilotear varios proyectos, como tener una plataforma en la que si no puedes pagar una entrada te metes y dices: “yo puedo pagar 15 soles”. Hacemos un sorteo entre esas personas y todas las noches tenemos una cantidad de butacas reservadas para esa gente. ¿Por qué no podemos tener precios dinámicos como Uber? ¿Por qué no podrías comprar un tour al teatro? ¿Por qué no podemos vender el teatro como si fuera un parque de diversiones en el buen sentido de la idea, sin romper la mística, sin olvidar que lo más importante es la historia que queremos contar? Pero hay algo en el hábito de consumo que tenemos que repensar.