UNA OBSESIÓN PARTICULAR

Analizamos la última cinta del director peruano Augusto Tamayo a través de la comparación de los protagonistas de las películas estadounidenses "El cisne negro" y "Whiplash", quienes desarrollan similar trastorno.

UNA OBSESIÓN PARTICULAR

Escribe Erick Weis

Fiorella Pennano caracterizada como Santa Rosa de Lima.

La gran ventaja que posee la llegada de “Rosa mística” a la cartelera peruana radica en la variedad de perspectivas desde las cuales se puede hacer un juicio de valor. Ponderar la exactitud histórica del vestuario, utilería o lenguaje de la época; evaluar el trabajo actoral del elenco o buscar la semejanza biográfica entre el personaje y la persona (a pesar de la advertencia de ser una interpretación subjetiva del director) son apenas las primeras posibilidades que pueden aparecer.

“Rosa mística” se aleja del ingenuo modelo que poseen muchas “película de santos”, cuyas estructuras se arman a modo de cuadro costumbrista y se concentran en la vida piadosa y la ilustración de milagros, según sea el caso. La propuesta del director Augusto Tamayo –de casi dos horas y media de duración– se inicia desde un ángulo distinto para apuntar hacia otra dirección.

Por las características de la película, valdría la pena centrarnos en cómo se construye y desarrolla el personaje interpretado por Fiorella Pennano y en qué estructura narrativa podría estar enmarcada. Para esto, tomaremos en cuenta lo que, según nuestra perspectiva, es el tópico que está presente durante toda la película: la obsesión.

Una de las clásicas pero aún efectiva posibilidad para plantear una historia consiste en crear un personaje que posee una necesidad que desea satisfacer. A lo largo del camino que recorre, este sujeto se encontrará con uno o varios obstáculos que debe superar para cumplir su objetivo. Siguiendo esta línea, la obsesión haría su aparición cuando la necesidad que posee el protagonista es sumamente difícil de superar y, además, el ímpetu por alcanzarlo se caracteriza por una intensidad que está por encima del promedio.

A nivel estructural, “Rosa mística” podría estar considerada dentro de este tipo de propuesta cinematográfica. Sin embargo, no es la primera vez que, durante los últimos años, tenemos la oportunidad de encontrarnos con películas que proponen el recorrido del personaje obsesionado. Darren Aronofsky, director estadounidense, estrenó en 2010 “El cisne negro”, historia que mostraba la lucha interna de Nina por conseguir interpretar perfectamente los dos personajes en pugna de “El lago de los cisnes”. Luego, en 2014, Damien Chazelle sorprendía con “Whiplash”, su ópera prima, la cual presentaba a Andrew, un baterista que se lleva al límite para superar las exigencias de un perfeccionista director de orquesta.

Sin embargo, ¿de qué modo específico “Rosa mística” plantea esta estructura y qué similitudes y diferencias encontramos en contraste a las cintas recientemente mencionadas? En el presente análisis nos centraremos en comprobar cómo el último filme de Tamayo cumple con la estructura del héroe o personaje obsesionado, pero, adicionalmente, cómo también plantea una propuesta alternativa en comparación con las otras dos películas mencionadas.

Pero antes del desarrollo, vale la pena hacer una justa advertencia pues este texto se basa e inspira en el brillante videoensayo de Michael Tucker (Lessons from the screenplay) titulado “La anatomía del artista obsesionado”, donde compara acertadamente “El cisne negro” y “Whiplash”. Muchas de las herramientas que plantea Tucker serán utilizadas para entender, en base a esta semejanza estructural, esta manera particular en la que puede derivarse una obra cinematográfica como “Rosa mística”.

DESDE DÓNDE SE MIRE

Los actores Hernán Romero y Fiorella Penanno repando texto junto al director Augusto Tamayo (centro).

Una primera observación con respecto de los tres largometrajes es que nos presentan a jóvenes protagonistas con un anhelo específico. Sin embargo, la primera divergencia aparece: el anhelo propuesto en “Rosa mística” posee una naturaleza distinta, de carácter religioso, frente a las otras dos de índole artística. A pesar de que esta variable pueda parecer solo una cuestión temática, en realidad crea una nueva posibilidad para plantear la narrativa de la película.

Sin necesidad de detenernos demasiado en esta dicotomía, es claro que la principal diferencia entre una necesidad de carácter artístico y una de sentido religioso radica en la posibilidad del personaje para poder alcanzarla. Lo artístico, si se pretende ejecutar con maestría, puede resultar sumamente difícil de conseguir. Sin embargo, al ser inherente al hombre, crear/presentar un personaje con virtudes acorde a su necesidad (talento, perseverancia, obstinación) provee la posibilidad de que pueda cumplir con su objetivo.

¿Qué sucede entonces con Rosa, el personaje? Esta necesidad de carácter religioso o existencial (según la perspectiva desde donde se aborde) nunca se enuncia de modo explícito en la cinta. A partir del ayuno, la meditación, la oración y la penitencia, Rosa parece manifestar un deseo de estar lo más cercano posible al Dios judeocristiano, específicamente a Jesús, hijo y segundo miembro de la conocida Trinidad. “Voy a ti, ven tú a mí”, le dice a una imagen de Cristo crucificado.

El ritmo de la película avanza con la suficiente serenidad cómo para que se pueda plantear una nueva duda relacionada al tema: ¿es esta una Rosa a la altura de su deseo, semi divina, realmente santa, o es tan humana y falible como cualquier otro sujeto? El único milagro que se sugiere durante la película es cuándo el ataque pirata a la ciudad de Lima es frustrado por una tormenta. Muchos en la ciudad le atribuyen el suceso a Rosa; ella niega responsabilidad y alega que solo quería proteger el cuerpo de Cristo (el cáliz de ostias en el templo).

Mucho más subjetivo es el tema de la levitación: durante un par de escenas puede verse a Rosa parada sobre la punta de sus pies, a muy poco de elevarse, pero ello realmente no ocurre. La misma ambigüedad sucede cuando la vemos besar la imagen de Cristo crucificado en los altos de una iglesia: el plano cerrado no permite ratificar acto sobrenatural o divino.

Todo indica, entonces, que la Rosa de Tamayo no tiene virtud extraordinaria alguna. En todo caso, la más cercana sería el paulatino deterioro de su cuerpo a partir de, principalmente, el ayuno y la autoflagelación (u otras acciones similares como beber la sangre de una enferma).

HUMANAMENTE IMPOSIBLE

Fiorella Pennano y Alberto Isola, su confesor.

Al igual que en el “Cisne negro”, el impulso de Rosa por conseguir su objetivo, especialmente desde que deja su casa, nunca es frenado ni sometido a pausa alguna. Mientras que en “Whiplash” Andrew se ve detenido en su vertiginosa obsesión por la maestría musical tras su expulsión del instituto, obligándolo a darle descanso a la batería por algunos meses. En contraste, Nina y Rosa se dirigen estrepitosamente hacia sus respectivos deseos, sin miedo a la caída ni a la profundidad del propio abismo. Pese a esta semejanza, aparece finalmente una última disparidad: el resultado de la obsesión.

Hacia los momentos finales de la película, Rosa, claramente enferma y cerca de la agonía, regresa a su cuarto en el huerto de su casa y se encuentra con su padre. La duda nunca ha sido resulta para ninguno y, ante una pregunta que ha estado presente durante toda su vida, Rosa inaugura el desenlace de la cinta:

-Gaspar (padre de Rosa): La gente te admira, los padres de la iglesia te respetan. ¿Qué más quieres?
-Rosa: Lo quiero todo… todo.

Al ponerse frente a la totalidad, el espectador sabe que Rosa no tendrá la capacidad de lograr su objetivo: a pesar de su profunda disposición, su condición humana (y principal obstáculo) no se lo permitirá. Estamos a pocos minutos del final.

En los casos de Nina y Andrew hay un contraste entre sus respectivos resultados y destinos. Ya que Andrew se vio obligado a hacer una pausa y reflexionar sobre sus acciones, logra finalmente su objetivo con un acto de rebeldía frente a aquel maestro que le exigía tanto: ha alcanzado tocar a tiempo doble y está más vivo que nunca. Nina, en cambio, ha ido en picada: una alucinación hace que se lastime a sí misma y, en el momento cumbre en el que logra su cometido de alcanzar la perfección artística, el fin de vida aparece como consecuencia del ímpetu excesivo y constante.

Frente a estos resultados, “Rosa mística” plantea un desenlace con doble registro trágico para la protagonista: ella misma se da cuenta, en su lecho de muerte, que su propia humanidad no le ha permitido alcanzar su anhelo y, como consecuencia de su lucha, una muerte temprana se avecina. Con ya pocas fuerzas, ante el reconocimiento de su dedicación y bondad, Rosa niega todo mérito: “los he engañado a todos”. Para Rosa, por lo tanto, no hay logro conseguido ni destino en este mundo. Ha fracaso a pesar del sacrificio.

Finalmente, luego de este análisis, con todo lo expuesto, todas las variables pueden resumirse en la siguiente tabla:

Así, hemos podido mostrar cómo, a partir de una estructura general, pueden plantearse distintas propuestas según las características de cada variable. “Rosa mística” se construye sobre la base del personaje obsesionado, pero elige sus propias bifurcaciones para traer un planteamiento alternativo, mucho más humano, de la vida de la primera santa del Perú.