TEATRO SIN TELÓN

El grupo de teatro Espacio Libre, conducido por Diego La Hoz, inicia el Cuarto Encuentro del Barranco – Teatro (in)visible, un festival de pequeño formato que este año trae a dos grupos argentinos de larga trayectoria: El Baldío y La Cordura del Copete.

TEATRO SIN TELÓN

César Vallejo, empezados los años 30, en su afán por renovar la escena teatral de ese entonces (poblada mayoritariamente de compañías foráneas dadas más a la comedia, farsas y zarzuelas) decía lo siguiente: “toda la cuestión consiste en descomponer el teatro actual, en sus elementos más simples, para después recomponer el conjunto de una manera totalmente diferente según otro sentido estético y otra orquestación escénica”. ¿Para qué? Para liberarla “de los yugos y trabas que condenan a la escena a un anquilosamiento de momia”. A este pedido de independencia nuestra escena teatral viene respondiendo desde su ‘circuito off’, aquel alejado de los grandes teatros de telones mecánicos. Y el inicio del Cuarto Encuentro del Barranco – Teatro (in)visible, festival de pequeño formato que este año suma a dos grupos argentinos, es una excelente oportunidad para comprobarlo. Primera llamada.

Escribe: La Shaparrita

Cierto es que casi 80 años han transcurrido desde esta aseveración, escrita por el poeta a modo de manifiesto, en sus “Notas sobre una estética teatral”. Pareciese que el teatro en nuestra capital aún necesita de una samaqueada como la descrita a pesar de la proliferación de actores y nuevos grupos. Pero cierto es, también, que existe un grupo no reducido de artistas trabajando ardua y creativamente en esta renovación. Uno de esos exponentes es Espacio Libre, grupo con 14 años de trabajo en la búsqueda de su propia estética y teatralidad.

En esta tarea de trabajo con el otro, vuelven a llevar a cabo este íntimo evento que, desde su primer volumen en el 2008, ha permitido conocer el trabajo de siete grupos argentinos, siete peruanos, tres mexicanos, uno venezolano, además de representantes de Chile y Puerto Rico que predican la misma forma de hacer teatro desde la convivencia y “con los que llevamos la misma búsqueda utópica porque desde la utopía se forja resistencia, la misma búsqueda del no-lugar pues la patria teatral no tiene nacionalidad”, nos explica Diego La Hoz, director de Espacio Libre y quien prefiere llamar a esta fiesta teatral ‘encuentro’ más que ‘festival’, y donde la pedagogía y el diálogo son sus cimientos creativos. Segunda llamada.

Lima es una ciudad que mira donde apunta la luz, que no busca, y en medio de este contexto existen grandes festivales de teatro como el FAEL o el de la UCSUR, ¿por qué apostar por un formato reducido?
No tenemos un afán expansionista sino intensivo, de sensación de mirarnos a la cara de verdad. Cuando vamos a otros festivales nos encontramos con que nos conocemos pero que no estamos vinculados entonces tenemos que buscar espacios externos al festival mismo para encontrarnos ya que en su centro no se da esa posibilidad. Y ahí resalto la palabra ‘encuentro’, porque el teatro es encuentro en sí mismo y desde ahí el teatrista necesita encontrarse con sus pares para luego encontrarse en el escenario con el espectador. Y esta oportunidad se la damos también al público.

Cada edición ha sido acompañada de una búsqueda urgente, ¿a qué hace referencia lo de teatro (in)visible?
Este año hemos decidido revisar fuentes y volver al corazón mismo de nuestros teatros. Ser grupo (algo que parece estar en peligro de extinción en nuestro país) nos lleva a transitar por delgadas líneas que rondan el desconcierto y la vulnerabilidad, por eso la paradoja de ser un conjunto de grupos, que si bien tenemos una fuerte presencia en Latinoamérica, más allá de las fronteras pareciese que somos invisibles a la gran industria.

Por eso también el doble sentido del nombre, que juega con el vacío y la caída, la posible pérdida.
Exacto. Está la parte metafórica de estar al borde, la sensación de estar siempre en movimiento. Si no puedes resistir ese vértigo lo más probable es que te tengas que dedicar a otra cosa. Y ese es el sentido de la grupalidad. Claro que hay una referencia espacial concreta al distrito pues es importante que los que pertenecemos a la comunidad tanto artística como civil de Barranco sigamos peleando por esta denominación que tiene como distrito cultural pero que cada vez lo es menos.

Se ha hecho común que tras cada función en su casa-teatro se abra un diálogo con el público, ¿mantendrán esta práctica durante este Encuentro?
Sí porque es parte de nuestro proyecto formativo, de acercar los nuevos formatos al público. Entonces no solo podemos quedarnos en el ámbito de la formación del actor sino también del espectador, en cómo ponemos nuestras voces en común con esta persona que está yendo a experimentar mi experiencia teatral. Además esta retroalimentación nos ayuda a entender qué está pensado público, cómo nos está viendo y nos encanta ver cómo rompen esa pared imaginaria que se tiene del teatro, como si fuera intocable.

UN SOLO ACTO
Para la autora austríaca Elfriede Jelinek, ganadora del Nobel de Literatura, “el teatro debería ser un espacio para provocar y ejercer una reflexión crítica tanto del pasado reciente como de la actualidad en función de ese pasado”. Así que, estimado lector, del 24 al 29 de este mes tendrá más de 40 horas para darle la oportunidad a estos grupos y darse la oportunidad de ver otro teatro, un teatro pensando para espacios no convencionales. Para ello llegan los grupos argentinos El Baldío, con 25 años de quehacer escénico, y La cordura del copete, con 13. Y como este es un espacio de intercambio pedagógico, se complementa con tres talleres intensivos abocados al descubrimiento corporal y oral, y un conversatorio sobre libros y nuevas tecnología en el teatro a cargo de los nuevos blogueros teatrales (El oficio crítico, El teatro sabe, El teatro de mi vida y El escenario imaginario). Edgar Guillén, representante de cómo el teatro puede permanecer intacto en el tiempo, es el invitado especial.

Así que olvídese de las grandes salas, las mullidas butacas, los telones italianos de organza guinda, del escenario alejado e inalcanzable. Incluso olvídese de las entradas: aquí todas las funciones son de ingreso liberado pero salida solidaria (lo que no significa que sea gratuito). Déjese engañar, forme parte de esta ficción, sea testigo de cómo destruimos el lenguaje hablado y escénico para construir juntos una nueva forma de expresión, de contacto. Permítase las dudas, los exabruptos. Hágase responsable de esta implosión. Converse con quien esté al lado suyo así no lo conozca. Sea el protagonista de su propia experiencia retroalimentativa. Tercera llamada.

LAS OBRAS
La Soledad en Las Ciudades – La Cordura del Copete (Arg)

Tres mujeres protagonizan un drama familiar que podría ser uno más. Sin embargo, todo toma otro sentido cuando el relato está en manos de quien lo vivió en primera persona. Ella, la mujer de las valijas, rearma su historia tamizada por la poesía, transformando lo real en ficción, acompañada por otras dos: la mujer con peces en el cabello y la mujer del paraguas.

¡Dejame!… Que me gusta – El Baldío (Arg)

Unipersonal de Humor. Una escritora, una radio y el inagotable universo femenino se despliegan para hacernos reír y reflexionar sobre el amor y  las relaciones de pareja a través del humor.

Polenta con Pajaritos – El Baldío (Arg)

Reflexión escénica de una actriz acerca del proceso creativo. Aunque es un “trabajo en marcha”, es un pensamiento en voz alta. Preguntas sin respuestas. ¿Cómo construir deshaciendo?, ¿fraccionando la historia?, ¿cómo desgranar imágenes del pasado y hacerlas dialogar con la experiencia y el presente?

El otro aplauso – Espacio Libre (Perú)

Dos actores en gira, en el lugar más solo de un país parecido al nuestro, se preparan para actuar. El público no llega. En el pueblo han matado a un policía a sangre fría. El guardián del teatro espera confiado mientras come mandarinas. La función no empieza. Sin embargo, la duda y la esperanza se encargan de abrir el telón de una historia donde no existen los aplausos.

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