INTUICIONES Y RENUNCIAS
Escribe Eder Guardamino Cavezas
Treinta y cinco pesos. Habían decidido aportar 35 pesos cada semana a una “vaquita” —coloquialismo que en México define algún tipo de aporte financiero y voluntario— para montar sus obras de teatro. La idea parecía un arrebato romántico de cinco jóvenes en el nuevo siglo, pero era cierto.
Pocos pensaban que esto devendría, a la larga, en una tradición de creaciones colectivas libre de miedos y prejuicios escénicos. Damián Cervantes, director de mirada aguda (a pesar de que usar gafas) y genio escenográfico para espacios impensados, lo sabía desde que fundó Vaca 35 en enero de 2007.
Doce años después y con nueve trabajos estrenados, ha comprendido que “el teatro no es democrático ni anárquico, a lo más, es cooperativo”. Algo propicio para las creaciones colectivas que ha dirigido y a lo que vendría bien agregar una lista de “renuncias” necesarias que definieron la esencia de su grupo.
Por ejemplo, su desestimación al espacio escénico tradicional. “Partimos de la idea de que los teatros habían muerto”, recuerda. Un proyecto que siguió este lineamiento fue “El loco amor, viene” (2007) de Jorge Ibargüengoitia, al acercar la experiencia teatral a espacios alternativos como la calle.
CUANDO MENOS ES MÁS
Un caso similar fue el estreno de “Casualmente” (2009), versión inspirada en “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera, en un apartamento. Desde ahí observó la relación de la puesta con el pasado, los objetos y la arquitectura del recinto para trabajar la experiencia “activa” del espectador.
Cervantes replicaría esta (re)significación del espacio en futuras propuestas y, además, la necesidad de la reinvención total. “Si Stanislavski creó un método de actores para obras de Chéjov, ¿no habría que reinventar estas herramientas (actorales o técnicas) para cada autor u obra?”, cuestiona.
Aparece aquí la independencia artística. “Cuando eres independiente, no hay dinero, espectadores ni reconocimiento, pero hay tiempo. Con tiempo puedes reinventar”, subraya. Y el espectáculo “Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar” (2012) se desarrolla en esa línea. Inspirado en “Las criadas” del francés Jean Genet, Cervantes demostró que las sensaciones pueden convertirse en teatro. Un texto que “olía a viejo”, recuerda, pero que hizo volver a la vida once meses después gracias a una investigación en presencia, es decir, trabajando con lo que aporta cada actor.
La pieza hablaba de dos mujeres postergadas que encontró eco en las personas que el sistema olvida. “Al romper a Genet, nos encontramos con Genet. Supimos que si rompíamos con el teatro, nos encontraríamos con el teatro”. La puesta viajó a trece países, incluidos Japón, Italia y Bosnia y Herzegovina.
EL IMPULSO CREADOR
El proceso creativo en Vaca 35 es intuitivo y sostenido por un equipo unido. “No puedes crear colectivamente, si no confías en el otro”, afirma Cervantes. Una pauta vital que permite cuestionarse todo lo que saben hacer en escena y que aplicaron en “Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar” (2014). Ahora tomando como base “Las tres hermanas” de Chéjov, costó trabajo volverla una obra de teatro pues supuso el aporte emocional y artístico. “En la creación colectiva no te asumo como actriz, sino como persona. Esto no es un trabajo, sino una convivencia”, subraya el director.
Con “Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido” (2016), Vaca 35 dejó atrás la tradición de los textos de autor. Buscaron una premisa sencilla, pero potente: la cocina como experiencia universal. “Al hablar de un plato y de su origen, se habla de lo mío y se conecta con la identidad del colectivo”.
Así, todas estas pautas y conocimientos de una trayectoria que constantemente se reinventa fueron compartidos por él y una veintena de creadores peruanos en el taller titulado “La práctica del actor en la creación colectiva”, organizado por el Festival de Artes Escénicas de Lima 2019, dictado en la sede del Ministerio de Cultura.
Unos días antes el grupo mexicano había presentado “Josefina la gallina puso un huevo en la cocina” (2017), puesta que viene recorriendo el mundo. Para Vaca 35 no se trata ya de meros viajes. “Ahora nosotros vamos en búsqueda del espectador. Somos migrantes”, finaliza Damián.