CÍRCULOS INELUDIBLES
Escribe Hane Sormani
Era inevitable. Franco Iza tenía que dedicarse al teatro. Hijo de dos reconocidos actores (Miguel Iza y Natalia Montoya), casi digamos que nació en el escenario. ¿Era su sino? ¿Pudo haber escapado de los círculos de relaciones familiares? “Una vez me preguntaron cómo nació el teatro en mi vida. No tenía respuesta porque para mí el teatro siempre había estado. Pero no sabía que me gustaba sino hasta “Caricias”, la primera obra que actué [y que dirigió su padre el 2009]. Y esta obra que escribí y ahora dirijo nació de unas ganas de hacer algo; de escribir, en este caso. Luego entendí que de eso se trata mi relación con el teatro: hacer y luego entender que me gusta, que es verdaderamente mi pasión. Para mí no fue ‘descubrir’ el teatro, como le pasa a otras personas, fue entender que ya estaba ahí y que me encantaba”, responde el joven creador con esa mesura al hablar que lo caracteriza.
SIEMPRE ESTUVO AHÍ
Fue gracias a la primera edición del concurso de dramaturgia peruana Sala de Parto, el 2013, que Franco Iza se aventura a escribir su primera obra. El inicio de ese año había sido un tanto movido emocionalmente para él: “atravesaba una etapa de transición, siendo uno de los cambios más importantes de ese momento la mudanza que hicimos mi padre y yo. Dejamos el departamento en Barranco, en el que viví muchos años para pasar a un espacio nuevo, a un nuevo barrio, a un nuevo distrito”. Además, confiesa, en ese entonces también se encontraba en terapia de acompañamiento. “Cuando tenía quince para dieciséis años le dije a mi papá que quería ir al psicólogo. No sé por qué, solo me daba curiosidad. Y así empecé.” ¿Pero cómo es una primera sesión de terapia, cómo el primer encuentro con un psicólogo cuando no se tiene claro la razón por la que se lo busca? “Cuando le hablé por mi primera vez a mi psicóloga de esta curiosidad que sentía por la psicología, y que creo que tenía que ver con que mi papá va al psicólogo y que siempre habla bien de él, me di cuenta que quería saber por qué hacía ciertas cosas que no entendía de mí. Descubrí, también, que ese acompañamiento me proporcionaba un espacio propio que no es igual a los momentos de soledad que yo me busco”. Y sin saberlo, los temas que alimentarían “El análisis” siempre estuvieron rondándolo.
HISTORIA DE UN DEICIDIO
Lista la obra y tras unos años de ganado el concurso, tocaba montarla. Si bien la lectura dramatizada que se hizo durante el festival Sala de Parto la dirigió Marisol Palacios (quien coincidentemente también pensó en Javier Valdés y Miguel Iza), Franco decidió hacerse cargo de la dirección para la primera temporada hecha el 2015 en el Teatro de Lucía. Su primera obra escrita, su primer premio como dramaturgo, su primer trabajo como director. Era inevitable.
Actuar, escribir, dirigir. Para Franco todo se resume en contar historias. “Cada proyecto dirá qué me corresponde hacer por él. Actuar es para mí adrenalina. La dirección me ayuda a darle sentido a lo que está pasando y me encanta. Escribir es soltar, es disfrutar de mí mismo y enfrentarme a mí mismo. No voy a negar que cuando empezamos con los ensayos yo tenía cierta aprehensión al texto. Es muy difícil dejar ir una parte de algo que es tuyo. Solo pude hacerlo cuando un director amigo de mi papá me dijo que hay como una secuencia de vida en el teatro en el que el director mata al dramaturgo y continúa. Me tocó matarme a mí”, y esboza una calma sonrisa de medio lado.
Aniquilada la vanidad ahora tocaba enfrentarse a dos maestros de la actuación e intercambiar la jerarquía con su padre. La confianza, explica Franco, fue clave para no intimidarse y “agarrar maña” para entender cómo dirigirlos. “Javier me conoce desde que nací. Es amigo de mi padre de toda la vida. Eso me permitió ahondar en diferentes aspectos y probar algunas ideas. Dada la experiencia que tienen, tenía que saber cuándo escucharlos porque es imposible que sepa más que ellos. Tenía que reconocer que sus aportes se referían a puntos que yo no había visto y aceptar lo que proponían en pro de la obra, aunque muchas veces también tuvo que decir ‘esto no’ porque no se ajustaba a lo que busco como director.”
TEATRO DESDE EL TEATRO
Resumiendo grosso modo “El análisis”, un psicólogo (Miguel Iza) se enfrenta al hermetismo de su paciente, un director de teatro (Javier Valdés), que es obligado por su hijo a ir a terapia como condición para acercarse a él y a su nieto. El problema es que este director no cree en la psicología, lo que significará un magnánimo reto para el psicólogo. ¿Cuál es su plan? El teatro mismo: Pedro Calderón de la Barca y “La vida es sueño” conseguirán sacar del bloqueo emocional al arisco director.
Sin duda, este juego metateatral es uno de los aciertos del texto aunque Franco explica que cuando empezó a escribirla no tuvo claro este giro. Sucede que la obra cumbre del español era uno de los libros que él se había propuesto releer ese verano. “Paso que lo tenía al lado –explica-. Cuando me di cuenta que el director tenía que actuar para lograr que se exprese sentí que ya tenía parte del problema resuelto. ¿Pero qué iba a actuar? Y ahí estaba. Es una obra que me encanta. Entonces tenía el signo y le encontré sentido a eso a lo que ya le tenía feeling. Gracias a la relectura me di cuenta que la relación padre hijo podía hilarse desde una obra.”
“Las palabras no sirven de nada sino llegan a quienes tienen que escucharlas”, versa una de las frases de “El análisis”. Frente a nosotros, el director es incapaz de verbalizar sentimiento alguno por su hijo e incluso por su padre y siente caer en el abismo de un círculo que parece repetirse sin escapatoria. “En las terapias siempre sueltas una verdad”, dice Franco, quien para apresurar el proceso de cura de su circunspecto personaje decide llevarlo a una situación límite: la muerte. “A pesar de los esfuerzos del psicólogo, el director no entiende. Algo tiene que pasarle, algo que lo apremie, que vuelve urgente su necesidad de hablar”. El timbre del celular resuena en el consultorio. Es su hijo. No lo esperaba. Contesta pero no es capaz de balbucir palabra alguna. “¿Recuerdas la película “El discurso del rey” con Colin Firth? –nos pregunta-. El protagonista había logrado dominar un poco su tartamudez pero cuando debe enfrentarse a su hermano, cuando este abdica del trono, pasa que ya no puede hablar. Eso de ahí es un ejemplo muy claro de lo que le pasa al director cuando llama su hijo. Ahora que la terapia le dio todas las herramientas para hablarle y decirle lo que siente, no puede porque ese es su mayor miedo. Es curioso porque en la primera versión esto no estaba. Yo le pedía a Javier que tomará el teléfono con la misma urgencia como si su hijo respondiera. Pero en un ensayo propusieron hacerlo real y quedo. Por eso el momento de hablar se vuelve fundamental.”
Queramos o no, somos nuestros padres. Sin embargo, muchas veces actuamos impulsados por no parecernos a ellos. ¿Nos ronda un hado ineluctable? “Me gusta pensar que podemos cambiar pero hemos compartido toda una vida con ellos así que a veces es inevitable que aprendamos cosas de ellos. Por ejemplo, algo que me desespera desde hace unos años es que muchos me dicen que tengo gestos de mi papá pero no, es al revés, a él se le han pegado cosas mías. Yo creo que ese aprendizaje puede ser de ambas partes y no siempre de los hijos a los padres. No está mal aceptar que hay cosas que vamos a tener muy parecidas o iguales a ellos. Creo que podemos mejorar como personas, que es un poco la base de la psicología. Se trata de aceptar lo que tenemos para mejorarlo y si hay algo que nos molesta entender por qué para continuar. Esta idea anula cualquier pensamiento negativo del tipo ‘estamos condenados a’. No todo es cíclico”, concluye Franco quien, a pesar del apellido, hace rato viene que labrándose solo su propio camino.
DATOS | |
Dirección y dramaturgia | Franco Iza |
Elenco | Javier Valdés, Miguel Iza |
Producción | Fito Valles, Carolina Christen para Tiene Gancho |
Temporada | Del 05 al 08 de marzo, dentro del “I Festival de Artes Escénicas – FAE” |
Hora | 20:00 |
Lugar | Teatro Británico: calle Bellavista 531, Miraflores |
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