¿UNA OBRA DE TEATRO SOBRE UNA OBRA DE TEATRO?

Basada en una de las novelas más importantes de la literatura universal, vuelve “Casi don Quijote”, bajo la dirección de Paloma Reyes de Sá. Protagonizada por Manuel Gold, Saskia Bernaola, Fiorella Kollman, César García, Francisco Luna y Lizet Chávez, la historia narra la aventura de estos seis amigos a través del éxito y fracaso haciendo un paralelismo con la vida del artista escénico en Latinoamérica.

¿UNA OBRA DE TEATRO SOBRE UNA OBRA DE TEATRO?

Escribe Paloma Gamarra

Transformar “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” de Cervantes Saavedra en “Casi don Quijote” de Reyes de Sá fue un proceso que demoró y requirió de todos los actores para que, junto a la directora, en un trabajo de creatividad colectiva, pudieran armar la pieza que hoy vemos sobre el escenario. Empezaron por la elección de los capítulos que querían adaptar para después pasar a la búsqueda de su propio lenguaje. ¿Cómo contarlo?

“Nos ha costado, primero porque el texto puede ser muy duro, no es para niños en absoluto, por lo mismo es difícil llevarlo a la sensación de que no todo es una desgracia y que ese tipo, don Quijote, no es malo y aunque para la sociedad su accionar puede ser muy raro, para él es el camino hacia la justicia”, afirma la directora brasilera.

Reyes de Sá recogió del libro los momentos que cuentan sobre las ilusiones del Quijote, que reflejan la profunda amistad que tenía con Sancho Panza, pero también aquellas que podían converger a la perfección con su idea de mostrar la vida del actor. “Siempre había querido mostrar a los niños cómo es el caminito que hacemos los del teatro para llegar a construir nuestra obra”, comenta Paloma.

La historia empieza con cuatro actores y dos músicos montando su propia versión de teatro de “El ingenioso hidalgo…”. Pero descubren que no tienen nada de escenografía. Así, la metateatralidad surge de ese dilema. Con la ayuda de los dos músicos –que hacen a la vez de narradores– desarrollan todo lo que sucederá. El resultado no es Don Quijote, es casi Don Quijote. Al menos.

“Este metalenguaje surge de forma sencilla porque nuestro trabajo es sencillo. Nosotros trabajamos con ideas y sensaciones muy concretas. Desde esa sencillez se logra el entendimiento”. La metateatralidad a la que la también dramaturga hace referencia es un recurso que, aunque suene a trabalenguas, fluye libre durante todo el espectáculo y esto es, en parte, gracias a que se desenvuelve en clave clown, universo que el elenco completo domina.

LA COLECTIVIDAD DEL CLOWN
Paloma Reyes de Sá ha sido payasa la mayor parte de su vida, pero profesora de ese arte desde 2005. Años después funda Gestus, su propia escuela cuyo slogan define bastante bien su misión: humor y artes escénicas. Esta combinación, según nos cuenta, está presente en todos sus espectáculos. “Es mi vida, es como yo veo el humor. La obra muestra mucho del proceso de los artistas, pero también del clown”, sostiene.

Peppa Pig, el juez Hinostroza, marinera, festejo, canciones como “A caballito de palo” o “Mi burrito sabanero”, todos estos elementos conviven juntos sin que se sienta forzado. La facilidad con la que se ensamblan se debe a que todos y cada uno de ellos forman parte del juego de Paloma.

“Cuando eres clown puedes jugar con cualquier cosa, y hacer una mezcla de épocas, sensaciones, espacios, sin que sea grotesco. Al ser un juego, el cerebro humano lo va a asumir como tal y será mucho más amable para recibir las cosas extrañas. El nuestro es un mundo extraño, lleno de absurdos en el que no hay límites”, explica Reyes de Sá. Por ello la obra usa un lenguaje que, en vez de dividir los momentos de risa para niños o adultos, unifica. “Cuando hago una obra pienso que todos los asistentes deben disfrutarlo, más allá de su edad. El teatro debe estar hecho para todos, tenemos que crear para todos”.

Las obras familiares llevan consigo una responsabilidad intrínseca que para Paloma estará incorporada en la función de manera espontánea, de acuerdo a la línea de pensamiento que comparte con sus actores, algunos con los que lleva trabajando más de diez años. “Somos muy pocos moralistas. Nunca jamás pensamos en la moraleja cuando tenemos un proceso de creación. Pensamos en la historia que queremos contar y en este caso es un reflejo de lo difícil que es el camino del artista, por lo que nuestra realidad, lo que criticamos, así como lo que añoramos, se va a ver en la obra”, afirma impetuosa y entendemos que es una necesidad verídica de compartir antes que de imponer una lección al público.

BIENVENIDOS A FRACASOLANDIA
La obra se llama “Casi don Quijote” y el “casi” no es en vano. Tratar con tanta naturalidad el tema del fracaso con niños en el público escuchándote, viéndote, es dejar abierta la posibilidad de que no tener éxito sucede y está bien, no hay estigma.

Para la generación de los centennials, familiarizados con la inmediatez del éxito, las tendencias y la novedad, parece que este les es ajeno, casi abstracto, capaz de producirles miedo y ansiedad. Pero para los clowns este fracaso es el hábitat común del humor, en el que la creatividad puede desarrollarse mejor que nunca y esta obra busca darlo a conocer.

“Los clowns estamos acostumbrados a resolver situaciones a través del fracaso. Cuando alguno de nosotros se cae, es en ese momento en el que estalla la risa y esta puede hacerse camino a través de nuestra creatividad. La risa viene del error, del tropiezo humano”, enfatiza Paloma.

El personaje del Quijote permite explorar bien este estado. Todos en la obra son un poco como él. Pero para la dramaturga estos personajes son, además, el reflejo de lo que afrontan actores y actrices con su trabajo día a día. “Siempre cuando hablamos de arte, decimos que estamos luchando con nuestros molinos de viento, tal y como lo hizo El Quijote, porque es toda nuestra ilusión, todo lo que tenemos que hacer en el mundo real para no morir en el intento como los artistas que somos”.

La facilidad con la que el público se identifica con esta idea se refleja en la risa que sirve de muestra de reconocimiento, en la que cada persona en la butaca, sin distinciones, disfruta de lo que ve, porque el Quijote, el payaso, el niño que tenemos dentro se siente a gusto, se siente parte, cree en el fracaso, y cree también que se puede, después de este, llegar al éxito.