SEBASTIÁN DICE ¡PRESENTE! EN EL TEATRO PERUANO

Han pasado 56 años exactos de la muerte del gran Sebastián Salazar Bondy, figura trascendental de la modernización del teatro peruano, y para quien nunca hemos ocultado nuestra inmensa admiración. Rescatamos esta nota publicada en la revista “Oiga” del 18 de marzo de 1966, a propósito del Premio Nacional de Teatro recibido póstumamente por la obra "El rabdomante".

SEBASTIÁN DICE ¡PRESENTE! EN EL TEATRO PERUANO

Escribe Elena Portocarrero

A los siete meses de su muerte, Sebastián Salazar Bondy gana por tercera vez el Premio Nacional de Teatro. El primero lo obtuvo en 1947 con la comedia «Amor, gran laberinto»; el segundo, con el drama «Rodil»; y este último, correspondiente a 1965, con «El rabdomante», obra en la que, a diferencia de sus anteriores piezas teatrales, incursiona por primera vez dentro del llamado género del «humor negro», conservando siempre la profundidad del tema, el perfecto empleo del idioma, acertada construcción teatral y aquel don maravilloso de dar vida y aliento propio a sus personajes.

 

EL AGUA, EL GRAN PERSONAJE

La imagen es original de la publicación de la revista «Oiga» de 1966.

Si bien el hombre, principal preocupación de Sebastián, es el que campea en toda la pieza, hay otro personaje que surge de la entraña misma de la tierra, de la obra, para demostrar la grandeza y la pequeñez del ser humano. Este personaje, «el agua», era insinuándose en el desarrollo de la trama, ganando subterráneamente terreno, hasta brotar incontenible sobre los esperanzados miserables, quienes, dotados de una fuerza nueva, arrasarán con los que aplican las viejas normas que los olvidan a ellos. En este estallar de contenida pasión también naufragará el inocente que encontró el agua, el rabdomante, irreconocible para los que ha beneficiado, porque como dicen los tres miserables: «no es como nosotros». Escuchémoslos:

Miserable I: (señalando al rabdomante) ¿Y este quién es? No es como nosotros. ¿Será uno de ellos?
Miserable III: Si no es como nosotros, seguro que es uno de ellos.
Miserable II: Tiene que ser uno de ellos. No es como nosotros. (Se aproximan agresivos al rabdomante)

Con la mirada en el porvenir, Sebastián una vez más previene sobre una situación a la que es preciso dedicar todas las fuerzas para ponerle fin: por una parte, el subdesarrollo económico; y por otra, el subdesarrollo mental. Este último referido en especial a los gobernantes, a los dirigentes, a todos aquellos con responsabilidad de mayorías y ambiciones circunscritas a sí mismos.

 

UNA SUAVE IRONÍA
En «El rabdomante», Sebastián desliza una suave ironía que no aminora la acción, ni encubre el verdadero sentido de la pieza. Es fiel a lo que afirma a través de una frase que pone en labios de Flora Tristán, heroína de una de sus más celebradas piezas de teatro: «Todo escritor debe ser veraz. Si no se siente con el valor de serlo debe renunciar a la literatura, pues escribir es ejercer una especie de sacerdocio: el de instruir. El valor de una obra resulta de las verdades que contiene. Reducir la literatura a ser una superficial y tímida manera de pasar el tiempo o de hacerlo pasar a los demás, es quitarle su excelsa grandeza. Escribir es arriesgar.»

 

VOLVIÓ A SONAR SU VOZ
Y Sebastián, con este nuevo premio, lleno de alegría y tristeza a familiares, amigos y admiradores. Alegría porque una vez más en el mundo del teatro peruano, en cuya formación y resurgimiento contribuyó tan notablemente, volvió a sonar su voz segura para responder: «¡Presente!»; y tristeza por su temprana desaparición, por todo aquello que no dijo y que hubiera continuado volcándose en nuevos artículos y libros.

Su obra, que abarcó diversos campos, deja como muestra de su labor creativa, de su claro pensamiento e infatigable amor por el Perú, cientos de artículos periodísticos (ganó el Premio Nacional de Periodismo en 1958), más de 15 obras de teatro (entre ellas «El fabricante de deudas», que le valió un premio más, el Anita Fernandini de Naranjo a la mejor obra nacional en 1962) en casi su totalidad estrenadas, a excepción de sus últimas creaciones: «El rabdomante», «Ifigenia en el mercado» y «El beso del caimán». Era y es un autor con su público ya hecho. Su obra poética está contenida en nueve libros, uno de ellos inéditos: «Sombras como cosas sólidas». La edición póstuma de «El tacto de la araña» permitió que el público y la crítica conociera su última producción poética, la que ha sido calificada de extraordinaria. En su obra en prosa se cuentan «Náufragos y sobrevivientes», «Pobre gente de París» y el libro más comentado del Perú en los últimos años: «Lima la horrible». Sus inquietudes también lo llevaron al campo del arte y la investigación, fruto de ellos son sus libros «Arte milenario del Perú», «Del hueso tallado al arte abstracto», «La poesía quechua del Perú» y «Cerámica peruana prehispánica». Su producción literaria ha sido editada en Lima, Buenos Aires y México.

 

SU LUCHA POR EL HOMBRE
Interesado en todos los problemas que atañen al hombre actual, Sebastián aprovechó cuanta oportunidad le fue posible para conocerlo mejor. Viajes, estudio y sobre todo un contacto directo y permanente con la gente y la realidad de nuestro medio lo llevó a tomar partido por el hermano menos favorecido de nuestra anquilosada sociedad y a luchar porque el hombre de nuestro país tome conciencia de lo que acontece y participe favorablemente en el proceso evolutivo del país.

«Oiga», como bien lo dijo nuestro director, Francisco Igartua, fue la última trinchera de este luchador, quien dejó en esta redacción un lugar que jamás será ocupado. Son los periodistas de esta redacción los que hoy nos ponemos de pie para aplaudir el triunfo póstumo de nuestro colega, el inolvidable Sebastián Salazar Bondy.

Deja una Comentario