EL TEATRO ES UN DESAFÍO

Rescatamos esta entrevista hecha por el periodista cultural Antonio Muñoz Monge al emblemático actor Luis Álvarez, para la revista “Punto”, publicada el 16 de octubre de 1981.

EL TEATRO ES UN DESAFÍO

Luis Álvarez, uno de nuestros primeros actores ha cumplido recientemente 36 años de vida artística. Identificado con el personaje Echecopar en la obra “Collacocha” de Solari Swayne, ha entregado y lo sigue haciendo su carácter interpretativo en las numerosas obras que ha llevado a escena. “El teatro me ha dado mucho, más de lo que yo hubiera tenido derecho en pedirle, me siento retribuido por el cariño del público pero quisiera hacer más, mucho más”, nos dice el experimentado actor.

Escribe Antonio Muñoz Monge

Pareciera que el personaje ha ido cincelando al hombre o que el hombre al actor. Ambos se prestan escenarios, ensayan libretos, caminan por las calles, tocan la vida, se sumergen en ella olvidando el maquillaje en el canasto de la utilería. Existe una doble inmersión: hombre actor; actor hombre.

Esta tarde, Luis Álvarez espera su próximo papel con una barba cana de dos semanas, luenga y poblada, que le reclama su futuro personaje. Mientras tanto, el tiempo hará de maquillador acicalando “el pelambre”. Unas semanas más, y el gesto y la palabra ocuparán el escenario, quizá entre telones y cortinajes o teniendo como decorado el arenal costeño, la faldería de un cerro o la correntada de un río.

LOS INICIOS
Hace 47 años, Álvarez servía como sargento segundo del Ejército, en una guarnición selvática sobre el río Gueppi en la frontera con Colombia. Un tanto para no aburrirse y otro por la picazón que llevaba adentro, forma un pequeño grupo de aficionados al teatro. “Recuerdo –nos dice- que el día de la actuación llovía a cántaros. Bajo la carpa de lona estábamos los cuatro o cinco “actores” y un grupo de oficiales y soldados asombrados que, al igual que algunos selvícolas que trabajaban en el campamento, nos miraban atónitos. Por esa época en Lima había tenido un gran éxito la comedia “Lima en Kodak”. Nos ganamos a todos, fue una risotada de principio a fin”.

En esa lejana comarca selvática estaba naciendo a la vida de la gran escena nacional Luis Álvarez, que este 3 de octubre ha cumplido 36 años de actividad teatral. “Me inicié algo tarde –recuerda-, a los 33 años de edad, cuando muchos ya están cuajados. Sin ningún antecedente familiar en este campo. Bueno, en qué no he trabajado. He sido tranviario, he confeccionado carteras, he cortado caña, he abierto pozos artesianos, he sido vendedor, muchacho de limpieza en la Escuela Nacional de Artes y Oficios, trabajé en una fábrica de vidrios, he hecho radio, he sido profesor secundario y universitario. Tengo una pequeña pensión de cesante por 16 años, 2 meses y un día de servicios”.

MI GRAN SUEÑO
“Siempre he querido hacer teatro peruano. Cuando alumno de la Escuela Nacional de Arte Escénico experimenté algo que no olvidaré jamás, y que para mí representa algo más que el germen, la resolución definitiva de entregarme al teatro. Estábamos en Bambamarca, capital de la provincia de Hualgayoc en Cajamarca, cuando después de haber actuado salimos a pasear a las calles. Nos cruzamos por ahí con unas muchachas que al notar nuestra presencia comentaron entre ellas: “en la calle también hablan”. Esa cosa mágica y candorosa, muchas veces ingenua pero llena de entrega que tiene el teatro penosamente se ha ido perdiendo.”

“Después he viajado mucho por el país llevando “Collacocha” de Solari Swayne, “Las tres viudas” de Segura y “La sequía” de Guillermo Nieto. Los mejores públicos los he encontrado en provincias. Recuerdo como en Otuzco, el tercer acto de “Collacocha” transcurrió entre ovaciones. Es un público sin prejuicios, limpio, se entrega. Para seguir llevando teatro por los pueblos gestionamos ante el gobierno. Hablé con Belaúnde que puso buena voluntad, lo mismo que su ministro de entonces, Navarro Grau. Pero como siempre, ¡qué tiene este país!, el funcionario a quien se le encargó no hizo nada, encarpetó el asunto por egoísmo. Así, por egoísmo, se le negaba a los pueblos del Perú ver algo de arte.”

“Después, durante 4 meses, yendo al Congreso, todos los días gestionando para poder trabajar a través de los colegios o de cualquier otra forma para llegar al Perú y nada. Y yo me decía, por qué vienes si aquí a nadie interesa esto. Yo iba justamente para darme total cuenta, tomar conciencia de la realidad de mi país, realidad que sufría todos los días. Así que todo quedó trunco. Pero algo conseguí, ya por mi lado, con dos camionetitas Fiat, recorrí varios departamentos, presentándonos donde mejor pudiéramos. Recuerdo que una de las funciones más hermosas la dimos en Tinajones, allá por 1967, en la boca del túnel con las laderas llenas de obreros.”

CON ECHECOPAR
Luis Álvarez habla con vehemencia, con amor, con gestos definitivos y tajantes, con voz sonora mientras sus espesas cejas bajan y suben y su mirada inquiere de arriba abajo, sigue un imaginario escenario o escudriña los sentimientos. Hace 69 años que nació en la Punta de Bombón, un poblado agradable y hermoso de la provincia de Islay en Arequipa. Lima lo recibió mal, enfermo, a punta de contraer tuberculosis. Ausencias y desengaños no lo detuvieron, se hizo trejo a fuerza de pulmón y voluntad. Quizá por un lado, esta férrea voluntad y ese talante vertical de voz metálica llena de decisiones hicieron que se le identificara año a año con el personaje central de “Collacocha”, que él ha encarnado en más de 2500 presentaciones: el ingeniero Claudio Echecopar.

Pero Luis Álvarez no puede ceñirse a una sola personalidad histriónica. Camina en escena tan pronto llevando a las criaturas de Eurípides, Sófocles, Esquilo, o se desplaza con las pasiones de Shakespeare y la fresca ironía de Molière, o trashumante levanta un teatrillo en alguna plazuela pueblerina y confundiéndose con los actores dirige obras de Gógol, de Calderón de la Barca, de Pirandello.

“En este momento yo quisiera trabajar en la obra de Eugenio O’Neill, “Viaje de un largo día hacia la noche”, que por testamento del autor solo podría estrenarse a 50 años de su muerte. Se ha revisado esta decisión y la ha estrenado Frederich March. Considero un gran desafío de actuación en todos los personajes: frustrados, tuberculosos, alcohólicos.”

“Hay gente que dice que no tenemos actores, que nos hemos quedado con algunas figuras ya consagradas. Por un lado, me pregunto dónde están. No sabemos de los que egresaron de 1959 para acá. Por otra parte, la gente no va al teatro, ni el uno por mil en Lima va a las salas. No hay costumbre, el hecho de ir al Centro ya es un problema, la movilidad, los precios, la indiferencia atávica, el consumismo, el mal gusto, están postrando al teatro.”

TEATRO POLÍTICO
“Creo que le teatro de protesta no hace vibrar la sensibilidad de todos, no es universal, no tiene permanencia. Porque confundimos el teatro político con el teatro político partidario. Bertolt Brecht es para mentalidades muy especiales, para un determinado momento, para una determinada circunstancia y ha creado una manera especial de actuar. Por supuesto es de innegable calidad. Al margen de cualquier definición de lo que es el teatro, yo diría que en nuestro medio es una manifestación cultural muy poco conocida.”

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Juan Lázaro Fuentes