ORQUESTA DEL ENSUEÑO
Escribe Hane Sormani
Dormidos toda fantasía es posible. Se pierde el miedo y la imaginación galopa furiosa. Se condensa el tiempo y se enfatizan los deseos. Se agudizan los sentidos, la música guía y casi todo sucede bailando. Ahora imagina que despiertas pero que está ilusión es real y sucede en un teatro. Así es el viaje de “Oniria”, espectáculo de soundpainting que materializa en arte la imaginación a través del trabajo conjunto que en vivo realizan ocho improvisadores, una bailarina, seis músicos y dos artistas plásticas.
Como bien cuenta Mario Gaviria, su director, el de “Oniria” es un proyecto que se gestó en 2013 cuando él formaba parte del ensamble. Tras doce años de experiencia como improvisador y certificado como soundpainter por el mismo Walter Thompson, creador de esta técnica de señas para componer en vivo, hoy toma la batuta para conducirlo como si de una orquesta se tratase.
De hecho, es esa su función. Vestido de negro entero, Mario entra a escena una vez que sus músicos/improvisadores ya están posicionados. La paleta de colores del resto de miembros está entre el blanco y el beige. El color llega proyectado a gran escala gracias a los plumones Sharpie de Nanu D’Angelo, la ilustradora, que se deslizan con paciencia y racionalidad sobre su sketch book. Todos en silencio mirando al público. Todos descalzos. El director hace una reverencia a la audiencia para luego darle la espalda. La fruición del movimiento de sus manos y sus ojos tan panorámicos como habladores hacen que la función empiece, que los instrumentos suenen, que los cuerpos hablen, las bocas canten y los dibujos narren una historia común.
NUEVOS CÓDIGOS
Como ya lo mencionamos, el soundpainting es un lenguaje multidisciplinario de señas creado por el jazzista Walter Thompson (homónimo que nada tiene que ver con la famosa agencia de publicidad) en Nueva York, alrededor del año 1973. A Lima llegó hace casi un lustro de la mano del reconocido improvisador bonaerense Omar Argentino Galván. “Pero el soundpainting que hace él no es el mismo que Walter desarrolló sino que es una especie de dialecto”, explica Gaviria. “Incluso Omar lo llama en su libro “Del salto al vuelo” impropainting, ya que modifica señas para llevarlo más a la improvisación teatral, que es lo suyo”.
En el 2015 Dusan Fung, uno de los director de Imaginario Colectivo, le propuso participar del montaje de “Memorias: Orquesta de soundpainting” pero dirigiéndolo. “Nunca había dirigido un proyecto así de grande ni con esa técnica a pesar de haber sido parte como improvisador de la primera versión de “Oniria” y de “En familia”, otro espectáculo que hicimos en el Teatro de la Amistad Peruano China. Empecé a investigar. Así llegué a unos tutoriales en YouTube. Me contacté con el pata que los hacía y él, a su vez, me recomendó contactarme con Walter Thompson. Jamás pensé que me respondería pero lo hizo. Empezamos a reunirnos por Skype y se convirtió en mi profe”, y sonríe haciendo un chasquido con los labios como si hasta ahora no se creyese que su nombre se encuentra en la lista certificada de soundpainters del sitio oficial www.soundpainting.com.
Se trata de un lenguaje decodificado universalmente, por ello el director debe tratar en lo posible no hacer cambios o crear nuevas señas. De esta manera, cualquiera de sus alumnos puede practicar y entender esta técnica en cualquier lugar del mundo. Así, Mario invierte muchas horas de ensayos corrigiendo el lenguaje. “Las señas deben respetarse y acatarse al margen del contenido –puntualiza-. Por supuesto, estoy atento a la escucha de cada uno, observo si se están repitiendo, de qué están hablando. Y eso es otro punto que busco con “Oniria”, que el diálogo no sea realista sino que sea una mezcla entre surrealismo y realismo mágico.”
FICCIÓN SOBRE FICCIÓN
Aquí se abre la posibilidad de hablar de todo pues nada está vetado. Dado que en el ensamble es bastante joven (la mayoría forma parte de Imprología, otros pertenecen a la facultad de Artes Escénicas de la PUCP, mientras que los músicos son casi todos del Conservatorio, aunque hay uno que pertenece a la Escuela de Música de la UPC), en la función a la que asistimos, los temas estaban ligados a los amores que no se concretan, la incomunicación y la reconciliación.
Acá nada está ensayando. Cada imagen se origina genuinamente frente nuestro. Hay una exigencia constante del director por retarlos. Incluso cada artista no se limita a su rama sino que intervienen en la propuesta del otro, formándose, por ejemplo, una improvisación vocal nacida del juego de dos palabras absurdas como Godzilla y crujiente que recuerdan al ‘scat’ del jazz. La música se complementa con el arte de las artistas plásticas. Mientras la supracitada Nanu se concentra en crear estampas de armonía y color, Jimena Castanos transforma la esencia del gran dibujo con cada juego escénico que presencia. Armada de una brocha y pintura negra las cadenas que un inició pinto son ahora rosas que conectan a una pareja.
“Como artista estoy en un momento en que no me atrae el realismo porque no me está diciendo nada, porque la realidad ya no me dice nada. Según Chéjov, ésta debería decirme algo entre líneas pero ya ni siquiera eso. No lo percibo. Por eso ando buscando lenguajes menos realistas y el soundpainting me permite eso”, asegura Mario.
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