TRAS EL ERROR EL PERSONAJE HABITÓ
Escribe Hane Sormani
Probablemente nadie pueda enseñarnos a actuar como tampoco a escribir. Es decir, ningún taller, escuela, universidad o similar puede asegurarnos que seremos actores, poetas o músicos. Lo que puede aprenderse es la técnica de todas estas artes. Y mientras seamos creadores tan inquietos como disciplinados, el talento podrá conquistarse.
Así podríamos resumir el conocimiento que durante años el director y teórico argentino Jorge Eines ha gestado en su escuela madrileña de formación de actores. Hoy, ese compendio práctico es traído a Lima gracias a la gestión de la actriz y dramaturga Rocío Limo, discípula suyo, gracias a la gesta del Laboratorio de Creación Escénica Eines. “Este laboratorio no es solo una clase de teatro que te enseña una técnica sino que es un acompañamiento durante un proceso creativo. Después de los siete meses de trabajo, de profundizar sobre un proyecto, cada alumno mostrará un nuevo material escénico propio que, además, podrá llevar a festivales o a dónde le provoque”, explica Limo y agrega que fue el mismo Jorge quien le propuso esta posibilidad maravillosa de traer al Perú sus enseñanzas. “Yo no soy Jorge ni pretendo serlo, así que el laboratorio no busca ser una copia de su escuela en Madrid. Y por dos razones primordiales: primero porque su escuela toma tres años de formación. Segundo, porque esta ciudad no tiene ni las mismas inquietudes ni necesidades que Madrid, lo cual obliga a transformar la manera de trabajo.” Y es que Eines suele trabajar con escenas o fragmentos de obras clásicas mientras que la propuesta de este proyecto se cimienta en la construcción de materiales nuevos, capaces de responder a las narrativas y estéticas de cada uno de los alumnos. Empero, la distancia no será obstáculo para que los proyectos desarrollados sean supervisados y comentados por Jorge.
POLISEMIA DE SENTIDOS
Leer la biografía de Jorge Eines es, inevitablemente, recordar la vida de otros maestros latinoamericanos como Arístides Vargas. Nacido en Buenos Aires y obligado a emigrar a España debido a la difícil situación política que en su país se vivía, llegó a Madrid, ciudad en la que reside desde 1976. Ahí obtuvo la Cátedra de Interpretación de la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza (RESAD), para luego dirigir el Departamento de Interpretación durante seis años. Sus innumerables viajes lo han llevado a enseñar y montar en países tan diversos como Colombia, Israel o Estados Unidos. Al igual que el fundador de Malayerba, este contacto con artistas de todo el mundo, esta posibilidad de ver y entender el teatro desde otras culturales, ha forjado en Eines una capacidad de entendimiento sobre las dudas que aquejan la formación de actores: ¿existe una técnica interpretativa que permita crear, que desarrolle aptitudes?, ¿debe pasarse por todas?, ¿cómo saber cuál es la correcta? La respuesta es solo una: ensayo y error.
“La técnica de Jorge –detalla Rocío- permite la creación de una realidad que no necesariamente imite a la vida pero que sí considera al actor como un creador continuo. Así no trabaje sobre un texto propio, debe continuamente generar preguntas, discuros, estéticas y soluciones. El actor que busca Jorge debe permitirse la libertad de crear. Para él, el talento se conquista trabajando. La verdad escénica se consigue trabajando, ensayando muchísimo. Y para eso necesitas confianza, permitirte darle las vueltas a las cosas, alejarte de la naturalidad de la vida para crear.”
Abrir las puertas (o las ventanas como explica en su libro “Las 25 ventanas”) a la imaginación y a la destreza para que el alumno encuentre su lugar en el arte del actor. Este es su punto de partida: el juego, el permitirse hacer el ridículo, equivocarse. El espacio de ensayo como el lugar donde todo debe intentarse. “Ser el tonto, botar todas las ideas desordenadamente, ser caótico para luego ir entrando a trabajar con el compañero, ir conectando. Para eso hay una serie de pasos, de nudos escénicos”, agrega Limo. “Luego viene lo que él llama el ritual que es lo que te da pie para entrar a la escena. Por ejemplo, a nuestro alrededor colocamos una serie de cosas, de objetos, de elementos relacionados a nuestra investigación. Y en el juego, en cada pasada, vas viendo qué te sirve y qué no, vas limpiando. Esto da paso a la apertura. Aquí el texto ya está listo pero Jorge prefiere que no lo fijes de memoria para poder intervenirlo. No se trata de improvisar para ver cuán ingenioso soy sino de descubrir lo que genera la palabra en mi cuerpo para entender por qué la digo. Se trata de desaprender no solo actoralmente sino humanamente porque nos han enseñado a no gritar, a no moverse, a sentarnos de una manera. La idea es volver a dejar las huellas de tu historia en el escenario. Y si no pasas por el error siempre vas a crear lo mismo. El error es un paso obligatorio para Jorge, para explorar zonas a las cuales no llegarías de otra manera.”
REPETIR PARA NO REPETIR
Como ya lo mencionamos, el laboratorio tiene una duración de siete meses y se inicia el sábado seis de mayo. Estará dividido en tres módulos. El primero, titulado “Trabajo sobre el cuerpo, trabajo sobre los vínculos”, se centra en la escritura tanto escénica como dramatúrgica de cada proyecto. En esta etapa estarán asesorando los dramaturgos y directores Alfredo Bushby y Ernesto Barraza Eléspuru. El segundo, “Tenemos todo y debemos no tener nada”, tiene como finalidad armar una estructura a través del movimiento para encontrar el personaje y la acción. La artista plástica Luisa Fernanda Lindo asesorará esta etapa. Se termina con “Estructura y espontaneidad fabricada”, momento que busca superar la estructura del primer módulo para encontrar el complemento entre el cuerpo y la palabra para generar verdad escénica. Aquí la asesoría vendrá del mismo Eines pues los ensayos serán grabados.
Por ello, como anhela Rocío, es ideal que los alumnos postulen con una idea de proyecto que eventualmente podría cambiar. O, al menos, que lleguen con una inquietud. “No habrán audiciones sino entrevistas. Lo que nos interesa es ver qué los mueve, de qué quieren hablar. No tiene que ser un rollo político ni personal, o sí, si así lo desean. Es que el ser humano tiene tantos intereses. Lo importante es que haya una pregunta sobre la cual empezar a trabajar. Así que el laboratorio está abierto no solo a actores sino a cualquier artista interesado en la creación de un recurso propio. Las artes escénicas solo serán el medio para conseguirlo, para ordenar un discurso. La idea es que cada uno arme su propia estructura, no vamos a trabajar sobre un patrón. Puede haber alguien hiper aristotélico, que maneje el texto súper bien y que eso se muestre en su proceso. Habrá otro que no, que venga de otras corrientes y que incluso quiera prescindir del texto. Cada uno irá armando según sus propias necesidades.”
ALEGATO A FAVOR DE LA ACTRIZ
Rocío Limo ha asumido el reto con humildad y responsabilidad en iguales medidas. A pesar de su corta edad, posee una hoja de vida destacable. Su trayectoria pasa del teatro a la danza, al clown y la fotografía. Gracias a su interés en la dramaturgia (tiene tres obras escritas), se instaló con su familia en España para seguir un máster en guión de cine por la Escola Internacional de Cinema de Barcelona. Tras culminarlo, decidió volver a contactarse con Jorge, a quien conoció en Lima en 2009 cuando llegó invitado por el Centro Cultural de España para dictar sus talleres. “Me sorprendí porque se acordaba de mí –recuerda-. Me invitó a Madrid, donde tiene su escuela. Conversamos y preparó para mí un taller súper intensivo ya que no podía quedarme tanto tiempo. Viajaba todas las semanas de Barcelona a Madrid que no es cerca. De la estación del bus me iba de frente a la escuela. Si era necesario dormía ahí. Tenía hasta la llave.”
Tras ello, se hizo acreedora de la Residencia Procreació del Centre Civic Sant Martí de Barcelona, lo que le permitió germinar su obra “Comer manzanas”, presentada también en Alemania y Francia. Después de tres años en la península ibérica, decide regresar al país. “Pasé ante por Madrid para despedirme de Jorge. Ahorita ando investigando sobre María Pizarro, la primera mujer exorcizada del Perú y se lo conté. Y me propuso dirigir vía Skype este monólogo aún es construcción. La idea me puso feliz. Pero también me propuso crear este laboratorio. Estaba emocionada por todo lo que conllevaba ya que recién me reincorporaba a la escena limeña. Al inicio me ponía peros, dudaba. ‘¿Quién soy yo?’, pensaba. No sé quién soy pero sí lo que busco y lo que puedo aportar a la escena de mi país. Hay que empezar a hacer.”
Y aquí está, encaminando un nuevo emprendimiento acompañada de grandes creadores. Vale resaltar que dos de sus asesores permanentes serán el actor Walter Ramírez, también alumno de Eines, y la actriz Jussara Bejarano, fundadora del colectivo Taripay Pacha y con quien Rocío encabezó el ahora fenecido LIAE.
El arte como resistencia es lo que uno a todos los involucrados. Por ello, otra de las finalidades del laboratorio es ayudar a los egresados acceder a una red iberoamericana que les permita entender nuevas posibilidades de hacer teatro. Es, también, una invitación a la autogestión no solo en este país. “Como artista creo que debemos cuestionar todo, incluso lo que es evidentemente incuestionable. La idea es encontrar esa incomodidad que nos hace hacernos preguntas y usar todos los recursos, los de la poesía, las artes plásticas, la danza, la música para ir respondiendo, si es que se pude”, concluye. La meta es alta pero alcanzable. A trabajar.
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