FÁBULAS EN EL ESCENARIO

Escribe Hane Sormani

Tras un largo viaje, cuatro actores de la calle viajan de pueblo en pueblo a fin de encontrar un público al que poder presentarles su obra de teatro, compuesta por una selección de fábulas. En los avatares que acontecen en esa búsqueda, la armonía del grupo se va resquebrajando y se van develando carencias, frustraciones y fricciones personales. Sólo el descubrimiento del público –razón de ser de estos artistas ambulantes– hará posible que permanezcan unidos para llevar a cabo la representación, pues de ello depende la subsistencia del elenco, que lleva encima ya varios días de hambre y cansancio.

Así, los cuatro fabulantes, compuestos por un director soñador (Christian Oré), una exigente actriz (Priscila Arévalo) y dos actores inocentones (Luis Cárdenas-Natteri y Martín Velásquez), van sacando del baúl que traen consigo, como por arte de magia, todos los componentes que crean un universo lleno de poesía, música y animales que nos van enseñando, casi sin que se note, las tradicionales moralejas propias de este tipo de narraciones.

DEL PAPEL A LA ESCENA

Estos actores callejeros traen un espectáculo teatral para toda la familia. PH: Natalia Roncal.

No es la primera vez que el colectivo Butaca Arte & Comunicación nos trae una adaptación de algún cuento o historia extraída de un libro. En enero del año 2015, Herbert Corimanya escribe y dirige “El rey de las azoteas”, obra familiar basada en el conocido cuento “Por las azoteas” de Julio Ramón Ribeyro y que fuese repuesta en el verano de 2016. En esta ocasión, Corimanya ha creado un espectáculo multidisciplinar basándose en algunas de las fábulas de uno de los escritores españoles más importantes de este género: Tomás de Iriarte.

Sin embargo, “Fabulantes” se presenta como un proceso distinto en su concepto y su montaje pues toma como pretexto las fábulas para contar una historia que, a pesar de estar dirigida a un público infantil, es acaso más dura y más esencial: la de cuatro actores que tienen que subsistir en un contexto que avecina no serles benevolente, por lo que parece que están a punto de renunciar al objetivo que los ha reunido en este escenario. Asimismo, el montaje es abordado de manera distinta. Éste teje muy dinámicamente la historia de trasfondo con las fábulas, y entre ellas, las canciones (compuestas para esta obra) que los actores tocan y cantan en vivo; creando de esta manera un juego teatral que prácticamente no permite descanso para los actores en sus cincuenta minutos de duración.

DEL TIEMPO DE LOS ABUELOS

«¿Hacia qué dirección encontraremos a nuestro público?», se preguntan los fabulantes. PH: Natalia Roncal.

“Es casi de magia ver cómo la idea de un escritor del siglo dieciocho, al que se le ocurrió plasmarla en un papel, tenga la oportunidad de viajar a través del tiempo y siga maravillándonos con su encanto. Algunas de éstas fábulas que aquí presentamos, las conozco bien desde la infancia y las aprendí porque mi abuela me las leía, recitaba y hacía aprender. Entonces, podría sonar curioso y hasta como una frase hecha y extraviada, pero puedo decir sin reparos que las aprendí de la boca de mis abuelos, por tradición oral. Ahora contamos estas fábulas a nuestra manera, que es como mejor sabemos hacerlas llegar. Y siguen divirtiéndonos, enseñándonos y tomando otros significados dependiendo de la época y contexto en que vivimos”, explica con ahínco Martín Velásquez, quien considera que la figura del juglar debe rescatarse para no olvidar la tradición de contarnos historias.