LOS AMORES IMAGINARIOS

Escribe: Hane Sormani

«Fuegos artificiales» es la historia de un boxeador al borde del fracaso, donde la infidelidad es uno de los personajes claves de esta propuesta que tiene como metáfora principal al deporte del guante como una constante lucha contra la vida.

Abel Enríquez es egresado del conservatorio actoral de Leonardo Torres. Y con el ímpetu dejado por esta experiencia, con las ganas implacables de volverse a subir a un escenario, decide escribir su propia historia. Durante el proceso de echar al basurero posible borradores de guión, se involucra Christia Alden, compañero suyo del conservatorio quien decide apoyar su proyecto no solo actuando sino también dirigiéndola. “Es la primera vez que dirijo”, cuenta. “Está siendo muy gratificante encontrar mi lenguaje escénico. Es alucinante.”

Abel nos explica que “la obra se llama así por las pasiones artificiales, por el mundo artificial en que vivimos. Es sobre todos aquellos que viven vendados, que no quieren ver la mentira. Fracasados que quieren volver a surgir, pero que no son capaces de enfrentarse a ellos mismos, que son los únicos culpables de lo que les toca vivir”.

Para esta puesta, que en realidad surge como un laboratorio montaje, Christian decide buscar actores de diferentes escuelas y así enriquecer la investigación de los personajes. Es así como también el propone a Abel interpretar a uno de los personajes. “Todo artista desea hacer algo propio, crear. Ese fue el impulso vital que encontré en todos estos actores. Como me dijo un profesor, es muy difícil olvidar los rostros de las personas con que haces teatro porque te abres, compartes muchas emociones.”, asegura el director.

Pero Abel le aconsejó a los demás actores que hiciesen como que el dramaturgo estaba muerto, que no era él frente a ellos, “habían cosas sobre los personajes que ni yo las tenía tan claras y que juntos fuimos descubriéndolo. Es que el tema es complicado. La traición y la infidelidad no solo ocurren en una relación hombre-mujer; el presidente le es infiel al pueblo también, el esposo a sus hijos y, creo, que esa es una realidad que no va a cambiar”.

Y si la felonía existe desde los tiempos de Caín y Abel, tal vez esta historia nos ayude a enfrentar nuestros fantasmas. Bien dijo Peter Brook que “el teatro es el espacio donde uno se encuentra consigo mismo” y «Fuegos artificiales» nos invita a reconocer la importancia que cada uno de nosotros tiene sobre el resto de personas. “Basta que haya un espectador en la función que conectó con el tema y entonces cambió él, cambió su entorno, cambió el mundo”, concluye Christian.