NO SIEMPRE PUEDES CURAR PERO SIEMPRE PUEDES CUIDAR

Escribe: Hane Sormani

Una de los principales fundamentos del teatro es la acción, que es aquella que rige todos los por qué de los personajes en una obra. Sin acción, por más estática que esta sea, simplemente no hay historia. Y si la acción suele estar encubierta, como ocurre con la dramaturgia contemporánea, pues el actor debe descifrarla y encontrarla. Es así como las actrices Rocío Limo, Malena Newton y Yussara Sifuentes, deciden escribir su propia acción dentro de la actual escena teatral, y forman el LIAE – Laboratorio de Investigación de Artes Escénicas, “una productora que pueda producir, con la mayor calidad, obras de teatro independiente, de gente que está empezando. Queremos recibir propuestas y que nosotras nos comamos el rollo inmenso que es producir una obra de teatro, y generar público, que la gente vaya al teatro así como va al cine”, nos explica Rocío, autora de «El canto del monstruo», primer proyecto de esta formidable iniciativa.

Quien toma la batuta de dirección es Daniel Amaru Silva, reconocido dramaturgo, también antologado en el libro “Sala de parto”, pero que esta vez quiso jugársela como director ante la historia de tres personajes que se encuentran en una suerte de espacio de emergencia, de cuidados previos de un hospital y que esperan a ser atendidos. Y aunque no se conocen entre sí, aunque sus búsquedas parezcan disímiles (uno desea desesperadamente ir al lado confortable del hospital y obtener una cama; el otro está ahí, sabiendo que no tiene mucho que hacer; y ella, tal vez la más rara de los tres, cree tener un monstruo adentro), los hermana la incomunicación autoimpuesta, la culpa, y un sistema estatal de salud que en absoluto se preocupa por su bienestar.

Para Daniel, Rocío utiliza el hospital como una metáfora al Perú. Así, mientras el primero debiese ser un espacio especial donde se supone que están para cuidarte pero nadie lo hace; en nuestro país se tienen una serie de derechos oficiales pero que en la praxis no existen, no se ejecutan y sin derechos cumplidos pues no hay ciudadanía. No se existe.

“Para mí la obra tiene dos ejes: el tema del punto de vista, es decir cómo se define lo que se ve y cómo cuando no tienes nada más te ves obligado a mirar adentro. El segundo eje es la culpa. Es imposible relacionarte con el otro cargando culpas, negándola en vez de enfrentarla”, explica Daniel, quien asegura que ahora domina la obra incluso mejor que la misma Rocío.

Si bien ella ha tenido experiencias anteriores desde la dirección, esta vez decidió que otro le de una nueva mirada a su texto e incluso alejarse del proyecto como actriz, sin embargo está muy involucrada tanto en el proceso creativo como desde la producción. “Lo que me interesa de la obra es cómo podemos estar en lugares tan horribles e igual encontrarnos en el otro y esta obra, aunque es bastante personal, la quiero porque no plantea algo utópico, no plantea que puedas cambiar la realidad sino tú propia realidad”, afirma. Y es que, regresando a Antonin Artaud, “el teatro es el único lugar del mundo en el que un gesto hecho no se hace dos veces”.