LECCIONES PARA EL HUMANO

“Chusquillo en la ciudad”, dirigida por Sergio García-Blásquez López, nos recuerda que la vida de nuestras mascotas, en especial la de los perros, empieza cuando las hacemos parte de las nuestras, al rescatarlos o adoptarlos. La historia narra cómo el sentido de la vida de este perrito callejero cambia al tener a quien proteger, a quien amar y cómo desde ese amor se puede ser mejor.

LECCIONES PARA EL HUMANO

Escribe Paloma Gamarra

Sobre el escenario se libra una batalla entre dos perros callejeros y el hueso que no pretenden compartir. Chusquillo, uno de los canes, huye luego de robar el preciado bocado, pero mientras es perseguido se encuentra con un humano que interrumpe la persecución.

Cuando el otro cachorro llega ladrando, reclamando lo suyo, el joven huancaíno se da cuenta de lo sucedido y le enseña a Chusquillo –encarnado en Santiago Cáceres– su primera lección: ser honesto. Tras la promesa de seguir actuando de esa forma, lo adopta y se lo lleva con él.

Desde ese momento Chusquillo se convierte en el amigo fiel de Poncho, un camionero, que viaja constantemente de Lima a Huancayo, vistiendo jeans, camisas de franela y un chullo. Este personaje es interpretado por Martín Martínez quien, además, es el dramaturgo de la obra. Y desde ese primer momento la obra logra el contacto emocional a través de la sensibilidad de las mascotas. Pero ese amor y fidelidad que caracteriza a los canes le juegan una mala pasada al protagonista de esta historia. En uno de sus viajes con Poncho a Lima, se detienen en un mercado. Chusquillo jugaba con el chullo de su amo cuando, de pronto, una gatita se lo roba. Inmediatamente opta por perseguirla pero a medida que avanza más se aleja, perdiendo conciencia sobre cómo volver, quedando perdido en la capital.

ACERCARSE AL PERÚ DESDE LA INFANCIA
La historia de Chusquillo se va entretejiendo entre canciones y mientras son entonadas, los más pequeños en el público se dejan llevar, reaccionan a la música y aplauden acompasadamente. Si bien las letras de estas sirven de reforzamiento para lo que ocurre con los personajes, lo que más llama la atención son los ritmos que se distinguen en ellas: huayno, marinera, música criolla, aunque si se presta atención también se perciben algunas fusiones entre estos.

Pero no solo en la música está representada nuestra cultura popular, sino que, director y dramaturgo, encontraron en el lenguaje otra forma de reforzar lo que para ellos representa la peruanidad. “¿Bien mosca eres, no?” o “vivazo” son frases que nutren el hablar de los personajes de la historia.

Otro punto que llama la atención es el contraste en la forma de hablar de algunas figuras. Poncho, por ejemplo, pronuncia sus diálogos con unas erres marcadas y unas eses que se arrastran, a diferencia de los otros personajes que pertenecen a la ciudad y no al campo, como él. Por ello, es un acierto que, en una obra familiar en la que la mayoría de personas en el público son niños menores de diez años, se pueda abordar el tema de la inclusión aún desde esas pequeñas acciones.

Ningún niño en la sala se sintió ajeno al hablar serrano de Poncho. Es importante hacer obras con personajes que nos representen, que se asemeje al país que somos y eso implica que, a veces, los protagonistas de nuestras historias sean mujeres u hombres de campo, con costumbres distintas, formas de hablar distintas. Reconocerlo es avanzar en la inclusión.

PERSONAJES DE TODOS LOS CUENTOS
Además de Chusquillo y Poncho, la historia presenta distintos personajes nacidos de arquetipos bastante conocidos. Quizás este es uno de los elementos en los que se debió ahondar un poco más, para que no se sienta como una subestimación de lo que el niño puede o no comprender.

Andrea Félix es la actriz que da vida a Pecha, una gata egoísta, maquinal. Combo, interpretado por Jorge Valverde, es un perro gordo que recuerda a una figura autoritaria y abusona. Martín Martínez deja de ser Poncho para interpretar a Gran Quesito, una rata vieja y sabia que es una mezcla de referencias entre El Padrino y Yoda. Y por último el gallinazo, Julio Carrillo, quien encarna al Tío Picón, quizás el personaje más curioso por su hablar en rimas, versando cada frase. Si bien puede percibirse como una herramienta para que se acepten a los personajes y sus roles con mayor facilidad, creemos que se pudo haber trabajado más en la profundización de los caracteres de cada uno.

A pesar de eso, cuando se juntan en el escenario se crea una dinámica que anima al espectador a interactuar naturalmente. Los niños se sienten con el poder de aplaudir las buenas acciones y abuchear las que cree que no lo son, muestran afecto a los personajes buenos y juzgan a los que no y cuando se percatan de los cambios de actitudes, cambian también su recepción hacia ellos.

La obra misma posibilita el cambio, da cabida a que los personajes vayan convirtiéndose en mejores personas debido a la temática central que motiva la historia: el amor, además del compromiso de ser fiel y no abandonar a quien te demostró afecto alguna vez.

2 Respuestas

Deja una Comentario