HOY NO ES MAÑANA
Escribe La Shaparrita
“Conocer —dice Alejandrina, la abuela andahuaylina de Kuyana— no es solo saber cómo se llama algo, ni saber un montón de cosas de memoria. Conocer el quechua, por ejemplo, no es solo saber traducir una palabra.” Estas palabras (que resuenan más en los adultos que vemos la obra como una suerte de alarma por el olvido en nuestras vidas de esta verdad ecuménica) son también el rescate de lo que marcó la filosofía de trabajo de antropólogos y escritores como José María Arguedas o Luis Mujica Bermúdez.
Este último escribió en 2019 el libro “Ukunchik: la naturaleza del cuerpo y la salud en el mundo andino”, texto que ayuda a comprender la complejidad y abstracción de las expresiones idiomáticas del quechua en relación al cuerpo, a las enfermedades, y cómo se moviliza la lógica de la cosmovisión andina cuando debe dialogar con la medicina occidental.
¿Y por qué es importante mencionar esto? Porque Mujica, ayacuchano y reconocido investigador del quechua, es abuelo de Antonia, hija de Rocío Limo, autora y directora de la obra. “Yo quería acercar a mi hija a la lengua de su abuelo”, nos dice, resaltando que su pequeña no es solo castellanohablante sino que —como Kuyana— el único otro idioma con el que tiene cercanía es el inglés. Si bien Antonia es una niña bastante creativa, que pasa sus horas equitativamente entre libros y confeccionando manualidades para su canal de YouTube, Rocío no quería que se perdiera de la sensibilidad y conceptualización que el quechua utiliza para la construcción de sus frases, tal como Mujica lo explica en su libro. El teatro, como siempre, sería su mejor herramienta.
EN FAMILIA
Así nace el proyecto “Riqsiy: Aprendiendo quechua a través del teatro”, siendo beneficiario de los Estímulos Económicos para la Cultura 2019, otorgados por el Ministerio de Cultura del Perú, lo que les permite desarrollarlo. Frente a la página en blanco, Rocío solo tiene claro que la historia debía sostenerse en el vínculo de una niña con su abuela. Por qué no de su abuelo, tomando en cuenta que, sin querer, fue el factótum de esta idea, le preguntamos. Nos explica que también quería rescatar la representación de la mujer andina en las estructuras familiares y de trabajo agrícola, posar en ella una sabiduría milenaria que en la fabricación de ficciones suele remitírsele a los hombres ancianos. Por ello, lo segundo que tiene establecido es investigar y mucho. El plan inicial era viajar a Andahuaylas donde vive la pedagoga Gavina Córdova y actual pareja de Luis Mujica. Juntas realizarían talleres con niños de una escuela intercultural bilingüe para construir un diccionario quechua chanka para la obra. Pero, como todo propósito trazado para el 2020, la pandemia lo imposibilitó.
Durante varios meses, Gavina y Rocío se reunieron dos veces por semana vía Zoom, centrando la investigación en la lengua quechua y las maneras de aprender idiomas a través de la cultura. Luego, en el uso apropiado de las palabras a emplearse y la verosimilitud de la representación de la cultura quechua y andina para el universo infantil.
CON EL SUNQU ABIERTO
Kuyana (personificada por la actriz Verony Centeno) es una youtuber de inquietos trece años que pasa sus vacaciones en casa pues la cuarentena no le ha permitido viajar a Andahuaylas a visitar a su abuela materna Alejandrina. En un afán por recuperar la emoción perdida de la niña, su madre no solo organiza videollamadas con su abuela, sino que también le confiesa una travesura que hizo en su infancia, siendo esta la anécdota que guiará la obra.
Sucede, pues, que la madre, cuando infante y mucho antes de viajar a Lima dejando su ciudad natal, escapó un día de casa para pasarlo sola en el campo y disfrutarlo a su tiempo. Gozó tanto el momento que decidió congelarlo, conservarlo para el futuro, guardando algunos recuerdos en una vasija de cerámica que ocultó en la marka de su casa. Ahora, en pleno 2021, rescatar esta “cápsula del tiempo” será lo que una a Alejandrina y Kuyana, quien en redes se hace llamar Cool Girl y le ha prometido a sus seguidores revelarles los secretos que ahí se guardan.
Es así que aprenderemos que la marka es un espacio medio sagrado en las casas andinas al que solo tienen acceso las matriarcas; que la abuela nunca se aburre porque tareas en el campo nunca faltan y que lo más cercano que ella conoce a esa sensación es estar yanqa, “vivir en vano, como por las puras… observar ayuda a no estar en vano”, asegura Alejandrina; o que el misterio de la dichosa vasija era la carta que la madre escribió para su yo del futuro en la que se pide recordar el término qasi, estar en paz con uno y con lo que me rodea, porque hoy no es mañana y que, quizá, “mañana ya no sea así”, por tanto corresponde asir el presente.
Sin embargo, la directora también aprovecha para resaltar la discriminación que en la capital sufren los quechuahablantes y las representaciones del ande, o el rechazo en las escuelas limeñas por la enseñanza de dicho idioma. Pero Alejandrina no se amedrenta y su fortaleza se hace sentir: “Hay gente que cree que es un idioma inferior o algo así. La verdad ni sé qué creen. Pero esa gente, ¡pobre!, porque se pierden de aprender, se pierden de abrir un poco su cabeza. Cuando uno aprende un idioma no solo aprende de una persona, sino también de cómo piensa y vive el mundo.”
UNA PALABRA NO BASTA
Hubo un elemento que inicialmente cuestionamos, que la abuela fuese representada por una actriz joven, a pesar de su admirable trabajo. Le preguntamos a Roció el porqué de esta decisión. Su respuesta fue contundente: “Así lo pensamos inicialmente. No solo queríamos trabajar con una actriz mayor, sino buscar a una actriz quechuahablante. No fue fácil encontrar una. Así llegamos a Bea. Ella es de Cusco y lo habla nativamente, recién a los trece años aprendió castellano. Creo que hay algo en su manera de ver el mundo, en haber sido socializada solo por el quechua natal, que hace que empatice tanto con esta abuela, a pesar de ser joven. Es también una estudiosa de lenguas originarias. Y justamente su mirada, conocer el universo que queríamos representar, enriqueció demasiado nuestro proyecto. Por eso fue que finalmente decidimos valorizar más el habla real de la lengua —que es la razón de ser de esta obra— que la edad de la actriz.”
Finalmente, cabe resaltar que en “Kuyana y el misterio de la marka”, encontramos a Limo mejor familiarizada con la tecnología que el nuevo teatro virtual exige dominar y al que ya había hecho frente en septiembre del año pasado con la obra “Macbeth, yo no me voy a morir”.
También, apuntar un pequeño vínculo con otra obra presentada en el Festival de Artes Escénicas de Lima en su versión 2019, la uruguaya “Lítost, la frustración”, cuyo texto hermoso (por el cual Rocío y yo mostramos innegable fascinación) lista una serie de palabras únicas en diversos idiomas, pero que no tienen traducción literal al español. Ese vínculo polisémico y poético es también característico del quechua, que si se traduce aislada y monotemáticamente, pierde su diversidad y carácter. Es necesario contextualizarlo para dar a conocer lo que se quiere decir. Por eso, regresando a la sabia Alejandrina, “aprender y enseñar están unidos. Y la mejor manera de aprender es haciendo ruray: practicar”.
FICHA TÉCNICA | |
Dirección | Rocío Limo |
Autor | Rocío Limo |
Asesoría dramatúrgica | Gavina Córdova |
Elenco | Beatriz Aro, Verony Centeno, Lucy García |
Composición musical | Daniel Cano |
Diseño de video | Alonso Cosmópolis |
Operador de OBS | Christian Meléndez |
Producción | Tejido Abierto Teatro |
Asistencia de producción | Paloma Mujica Pujazón |