ELOGIO DE LA PERMANENCIA
Escribe Eliana Fry García-Pacheco
Marzo de 2008. La temporada teatral del ICPNA de Miraflores abría con “Guerra privadas”, del estadounidense James McLure y dirigida por Juan José Vento (también actor, cuya experiencia para ese entonces se fortalecía en la televisión, tanto como productor y director de casting). Según la publicidad de la obra, Reynaldo Arenas la protagonizaba. Pero para Sergio Velarde, el primer actor estaba “promocionado erróneamente como el protagonista” –y agrega– “su participación no puede ser más irrelevante. Lo que es peor, convierte a su psiquiatra en un personaje tan prescindible, que cualquier actor aficionado lo podría interpretar”. Y ahí no se queda. “La torpe muñeca del director aniquiló cualquier esperanza de lograrlo”. Su apreciación, aunque dura, sigue con tesón, argumentando los yerros del montaje: “Desaprovecha, durante prácticamente toda la obra, el enorme espacio, sólo en escasos momentos se hace uso del variado juego de luces que ofrece la sala”. Y concluye que si la obra se deja ver “es por el interesante texto que aflora adecuadamente en determinados momentos, gracias al trabajo coral de los tres actores principales, y evidentemente, no por la dirección que por poco arruina un interesante proyecto que debió caer en manos más experimentadas.”
Quedaba claro que el montaje no le había gustado en absoluto. ¿Pero quién era el autor de este texto? ¿Y qué cuernos era El Oficio Crítico? Diez años después de esa primera crítica, en nuestro medio no hay quién no sepa quien es Sergio Velarde. Pero en la primera década de este siglo, con el auge de los blogs en su apogeo, el suyo nacía como un trabajo universitario para el curso de periodismo de opinión cuando estudiaba en la Jaime Bausate y Meza. Lo que su profesor el exigía era solo una entrada más la presentación en clase. Pero la contundencia del texto, sumado a su conocimiento teatral (estudió en el Club de Teatro de Lima) y a la escasez de crítica cultural, específicamente dirigida a las artes escénicas, resultó en una serie de comentarios elogiosos por parte de sus compañeros, impulsándolo a seguir.
“Y sí, sentí que podía funcionar aunque no tenía idea del alcance que iba a tener ni de la influencia que podía generar. Pensé que solo me leería mi familia, mis amigos y por ahí alguien en el teatro”, recuerda Sergio. “Hice una segunda crítica, luego una tercera y ya no pude parar. Comenzó a ser un vicio, luego una necesidad y en un momento, una carga bien pesada porque estaba sin actualizarlo. En ese momento no hacía entrevistas ni volteaba notas de prensa. Solo hacía crítica.”
Hoy su blog cuenta con más de mil 300 entradas. Y mientras él festeja haber escrito más de 400 críticas, es cierto que revisando su historial de publicaciones se ve una disminución de escritos en sus primeros años: de 72 a 36 en 2010. Pero al año siguiente todo sería cuesta arriba. Al cierre de este artículo el 2017 ya sumaba 379 entradas, Sergio ha renovado su logo, el nombre del blog ya no lleva el artículo inicial y cuenta con cuatro colaboradores, constituyéndose en un referente en tiempos que lo virtual crece de manera desmesurada. Entendemos bien cuando menciona que su medio se le convirtió en una “carga”. Y es que hacer crítica no es para nada sencillo ni significa extender un comentario personal, como erróneamente se cree. Requiere de mucho tiempo. Tiempo no solo frente a la pantalla de una computadora, escribiendo. Tiempo leyendo, integrando referentes, consultando teoría, generando vínculos con otras artes y momentos históricos. Como dice José Luis García Barrientos, teórico del teatro, “en el mundo en que vivimos es cada vez más fácil encontrar información y más difícil encontrar ideas”. Por esa senda se perfila el trabajo de Sergio, hombre metódico, quien contó en la primera edición del ciclo de conversatorios “Desde la otra orilla”, organizados por Espacio Libre, que procura siempre cerrar sus textos en aproximadamente 400 palabras y rematándolos con la idea que inicia su reflexión.
DE PREMIOS Y OTROS DEMONIOS
El nombre del blog se lo debe a Sara Joffré, siempre presente en los hechos que marcaron la historia de nuestro teatro. La conoció en 2003 cuando formó el grupo teatro Tercera Llamada. Se habían propuesto montar solo a autores peruanos, razón por la que solían visitar el Club de Teatro de Lima, buscando recomendaciones del maestro Reynaldo D’Amore, quien les prestó el libro original con las piezas “En el jardín de Mónica” y “Cuento alrededor de un círculo de espuma”. “La primera me llamó mucho la atención. Sin embargo me quedaron miles de dudas tras leerla así que decidimos buscar a la autora. Conversamos con ella y quedamos más confundidos todavía”, ríe Sergio al recordarla. “Cuando dudaba de continuar con el blog, Sara me impulsaba y siempre se lo voy a agradecer. Si no fuese por ella no hubiese continuado”, asegura. “Para Sergio, con mucho cariño y preocupación por el crítico oficio que es tener oficio crítico”, fue la autógrafa que Sara le dejó en un libro, verso al que regresa cuando cede ante la duda.
Los balances de año fue una constante desde que empezó. Luego se sumaron la entrega personal de diplomas que Sergio hacía de casa en casa. Pero la novedad llegaría el 2011 con la premiación en vivo, en el Centro Cultural CAFAE de San Isidro. Y aunque esa primera vez no fuimos más de cincuenta personas, más allá de nominaciones y premios, lo que Sergio consiguió era que nos reuniéramos, “por lo menos una vez al año”, para reconocernos, para dialogar, para generar unión en un gremio que siempre criticamos de desunido.
Año a año su evento ha ido creciendo, desbordando el espacio en el que se lleva a cabo. “Antes solo había el Premio Luces y nada más. Tuve ese atrevimiento de hacer ese primer premio y luego vinieron los demás… como… como que abrí la puerta para que se den ese tipo de reconocimientos al teatro que son alentadores”. Así lo ha sido. No debiese dudar el aporte que su premiación ha significado para esta escena en constante crecimiento.
“En el camino me fui dando cuenta que he herido susceptibilidades, que pude haber sido menos osado y un poco más respetuoso. Pero así se aprende. Mi primera crítica no es lo mismo que lo que escribo hoy”, concluye al reflexionar sobre su quehacer. Y si bien no siempre concuerdo con sus opiniones, es honesto reconocer que si nuestra web existe es por influencia del Oficio Crítico, que su espacio ha sido el paradigma que muchos de nosotros hemos seguido y, sin duda, ha sido clave para el resurgimiento del análisis teatral. Así que en tiempos en que los muros de Facebook soportan toda promesa de proyecto, vale resaltar a aquellos que se atrevieron a hacer. Como tú, Sergio.
Merecido reconocimiento Eliana.
Gracias por documentar(lo), siempre es necesario.
Hace 4 años me dio la curiosidad de entrevistarlo y que sepan más de él, o en todo caso, que sepan de él.
Gracias, Omar (:
Con Sergio hablamos mucho más, lástima que la entrevista la perdí. Solo me quedé con esto, que fue lo primero que llegué a desgrabar.
Pero sí, es importante que conozcamos quienes son, de alguna manera, pioneros en estas lides.
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