EL LADO OSCURO DE LA GESTACIÓN

Daniel Rodríguez Risco acaba de estrenar "El vientre", su segundo largometraje. Conversamos con él sobre el proceso de creación de la historia y el trabajo minucioso que hizo con Vanessa Saba, quien encarna a una mujer obsesionada con tener a toda costa un hijo.

EL LADO OSCURO DE LA GESTACIÓN

En estos días “Robocop” es el héroe que predomina en nuestra cartelera cinematográfica con una llegada de 92 salas a nivel nacional. ¿Pero sabía que quien le pisa los talones es una película peruana? Sí, “El Vientre”, segundo largometraje de Daniel Rodríguez Risco se proyecta 383 veces por día en 74 salas de todo el país y, en su primera semana, obtuvo cerca de 100 mil espectadores (97,717 al miércoles pasado, día que conversamos con su director). Su guión fue escrito hace 14 años y Vanessa Saba fue siempre la imagen de su hierática protagonista. “El personaje de Silvia tiene 43 años e incluso Vanessa ahorita ni siquiera tiene 40, fue una razón más para postergar el rodaje”, declara su multifacético director.

Escribe: La Shaparrita

La historia de esta mujer obsesionada con tener a toda costa un hijo que no puede procrear, nació mientras Daniel Rodríguez Risco seguía su maestría en cine en Nueva York. Pero este hombre amante de las rutinas, que se levanta a las cinco y media de la mañana todos los días para jugar con su hijo de siete meses y que clasifica con meticulosidad su biblioteca, no quedó en absoluto contento con el resultado. Cuenta que “le faltaba madurar. Era un híbrido entre suspenso y drama pero yo quería se ciñese más hacia el suspenso psicológico”. El guión se llamó originalmente “Silvia” y la historia estaba narrada desde la mirada de ésta. Pero tras seguir un curso de cine de género en el 2010 con el gurú del guión Robert McKee, aprendió que los thrillers psicológicos debían contarse desde el punto de vista de la víctima/protagonista, situación que permite que la antagonista tenga un velo de misterio. “Es como la luna que tiene un lado oscuro que no vemos”, explica. Así, reescribe el guión junto con su hermano Gonzalo, lo presenta a Ibermedia, ganando un premio en dinero que le permitió iniciar el rodaje.

Si algo podemos destacar de tus dos largos, además de una estética personal que has conseguido con rapidez, es que tus historias son muy concretas, ¿esto deviene de tu trabajo como escritor de cuentos?
Pasa que comienzo todo lo que escribo definiendo la historia en una sola frase y hasta que no encuentro esa frase que define el inicio, el medio y el final, no comienzo a trabajar. Necesito saber qué va a pasar al final sino tengo como una ansiedad que me paraliza. Supongo que por eso las historias que cuento son tan claras, tan concisas.

¿Y la frase con la empezaste “El Vientre” fue…?
Es la historia de una mujer obsesionada hasta la locura por tener un hijo, que manipula a dos jóvenes para que procreen el hijo que ella quiere para después quedarse con él. Entonces también necesito entender de qué trata realmente, cuál es el tema que está en el fondo. Por ejemplo “Los Miserables” trata sobre la redención, buscar lo que subyace detrás de la trama. Con esas dos armas ya puedo desarrollar la historia y volver a ese esqueleto cada vez que me pierdo porque uno tiende a divagar.

¿Pero no te permites en algún momento romperlo y ver cómo te sorprende la historia?
Todo el tiempo. Justamente, para darte un ejemplo, antes de filmar la película hice un videoboard. Me fui con ocho alumnos a la casona donde se filmó la película, más el director de foto y una cámara amateur. Nos fuimos con toda la lista de planos que habíamos preparado y grabamos la película durante ocho días, completa. Luego la editó mi hijo, que es el editor de la película, miré esa versión en borrador y corregí la lista de planos y guión técnico que fue con el que finalmente se rodó la película. Entonces, cuando estuvimos en el set de la película con la tarea hecha, o los actores improvisaban o a mí se me ocurría algo de una forma distinta o algo repentino funcionaba. Y nos dábamos cuenta que eso que nacía ahí mismo era mucho mejor que lo que habíamos planificado con tanto tesón y que había que dejarlo vivir.

¿Cuánto aportó tu hermano, dramaturgo, a la estructura de la historia? Porque uno podría pensar que el cine y el teatro tienen similitudes aunque realmente no son tantas.
Uno de mis profesores en NY fue Ang Lee, quien dictó un seminario sobre dirección de cine. Lo primero que nos dijo fue que las tres principales cosas de un largometraje eran estructura, estructura y estructura. En el proceso creativo de este guión yo cree a los personajes, la trama y la estructura. Y Gonzalo les dio vida, les dio el color y creó muchos de los diálogos bajo la estructura del thriller que yo planteé.

¿Vanessa no se sorprendió que el proyecto siguiese en pie después de tantos años?
En realidad no tanto porque yo soy muy amigo de ella y de su esposo, Frank Pérez Garland. Teníamos una broma privada que nos hacíamos cada tantos años, nos encontrábamos en alguna comida o jugando tennis, y yo le preguntaba “¿cuántos años tienes?”. Ella respondía tantos, nos reíamos y ahí quedaba la cosa hasta que llegó el momento de hacer la película.

¿Por qué esta obsesión con la paternidad precisamente en un momento donde en mi generación [30 años] la paternidad llega como una casualidad y donde la estructura familiar está disuelta?
Había una versión donde la película termina de una forma totalmente distinta que se relaciona con lo que acabas de decir. Era un final medio ‘shakespeariano’ en donde todos mueren y Silvia huía de la casa, la cual incendiaba, y subía a un bus con el bebé en brazos. De pronto el bebé comenzaba a llorar, la gente se perturbaba y termina con la cara de Silvia aterrada por no saber qué hacer con este niño, y que justamente planteaba entre líneas lo que me acabas de decir.

¿Y por qué decides que ya no culmine así?
Porque era parte de una versión de guión que hice antes de tomar el taller con McKee donde descubrí que el final de un thriller tiene una convención donde solo hay dos posibilidades: que gane el protagonista o gane el antagonista. De hecho nosotros grabamos dos finales. Siento que en realidad la película tiene un final y dos epílogos, y trabajamos con ambos pues tuve dudas respecto a cual poner. Invité a varios amigos cineastas como Javier Fuentes, Álvaro Velarde, Frank, Josué Méndez, amigos en cuyo criterio confío mucho. Les mostré ambos finales y todos coincidieron en el que no puse. Pero esta es una película comercial y el interés es que tenga público así que el final que tiene actualmente funciona para el público. Puede no sonar muy artístico lo que te estoy contando.

Sentí que el trailer de “El Vientre” nos acercaba a una película de terror y no a una de suspenso, ¿esto es casual o una estrategia de marketing?
Cuando hicimos los focus group con los descubrimos que el segmento de chicos de 16 a 23 años, también el grupo de 25 a 35 del segmento C y parte del B, confundían terror con suspenso. Por otro lado descubrimos también que si para algunos la película sí era suspenso, le hacía guiños al terror así que decidimos presentarla acentuando más esas pinceladas de terror.

Vienes de hacer una película netamente de autor como “El Acuarelista” y apuestas por un cambio casi radical, por un género difícil de trabajar donde casi no hay términos medios: o funciona o te vas al diablo si el público no engancha.
Más aún cuando tenemos en el 60% de la película solo a dos actrices. El suspenso es un género que siempre me ha gustado mucho y el terror bien hecho, donde no se apuestan por los cheap tricks. Polanski es siempre un referente aunque para esta película ninguna de sus películas haya sido un referente determinante… tal vez “La mano que mece la cuna” pero solo un poco. Por otra parte, el trabajo de “El Acuarelista” fue muy tortuoso en todo sentido. La crítica nos sacó la mugre, la distribución, poquísimo público. Sufrí mucho, todo el tiempo, fue una cosa casi dolorosa. Ya no quería pasar por eso, quería divertirme durante todo el proceso y así ha sido, nos está yendo muy bien.

¿A qué crees que se deba?
Yo he tenido un cambio personal muy marcado, casi existencial a partir del año 2011. Me di cuenta que todo lo que hacía, que filmaba o escribía lo hacía solo para mí. No tomaba en cuenta al lector/espectador. Y descubrí un libro sobre cómo editar tus propios textos. Encontré que era muy útil tomar distancia del trabajo realizado, ponerte en los zapatos de quien te ve o lee y mirarlo con ojo crítico. Entonces mi colección de cuentas y esta película son mis dos primeros trabajos que hice bajo ésta forma de trabajo. Era como masturbarse versus hacer el amor que es como la comunión, un feedback constante.

Y esto te vuelve poco permeable a la crítica.
Sí, cuando recibes un comentario te afecta más. O ni siquiera te afecta, sino que no lo entiendes porque no lo esperas.

Porque estás en un estado egoísta.
Exacto. Aunque es un egoísmo que no le hace daño a nadie. Benigno. Y ahora el placer que me produce sentarme en una sala donde se está exhibiendo “El Vientre” y ver la cara de las personas o escuchar sus comentarios… estoy recibiendo decenas de correos diarios de personas que en su mayoría no conozco que son como flechas de amor, hechizos positivos en lugar de maleficios que fue lo que recibí cuando hice “El Acuarelista”. Élide Brero me dijo que había salido con el corazón la boca. Salvador del Solar se sorprendió porque la película fuese tan impecable.

Sin embargo sí sentí que el guión cae en algunos clichés o convencionalismos del género. Ahora que me dices que la película tiene un fin comercial, sin que esto menoscabe en el producto final, ¿se trata de una forma de acercar la historia a un mayor público?
Sí, yo era consciente de eso. Es una película que busca un público muy grande. Si bien creo que la película se ajusta a ciertas formas que son usuales en una película de género, hay situaciones que sí son convencionales. Por otra parte tiene algo que es también particular y es que las escenas que mueven al espectador, que lo angustian no son las escenas de mayor violencia sino de aquellas donde hay poca cinética pero hay mucha intensidad, donde dialogan y la tensión se palpa.

Lo que sí extrañé fue la falta de humor, algo que sí encuentro en tus cuentos y en tu primera pela.
Bueno tienes momentos de humor en las escenas de Manuel Gold que, en realidad, nacieron de él. Pero la historia es muy tensa, muy fuerte. Para mi Silvia es como la luna: un elemento misterioso, denso, oscuro. Y Mayella era sensualidad, curva, movimiento. Había necesidad de tener un elemento que irrumpiera entre las dos mujeres. Con Mayella y con Manuel trabajé mucha improvisación pero con Vanessa no, no le permitía cambiar una sola palabra.

¿Te lo reclamó?
Un poquito. Parte de la preparación con Vanessa fue jugar tennis. Descubrimos que entre la actuación y el tennis habían muchas similitudes. Cuando empiezas a jugar debes colocarte la ropa adecuada así como en el teatro necesitas un vestuario y este elemento te ayuda a entrar al personaje. Luego, al lanzar una bola lo que tratas es descolocar a tu oponente. En una escena el actor trata de hacer lo mismo con el texto para generar conflicto. Y el otro actor debe estar atento así como el tenista. Y los movimientos de un mal actor son movimientos inorgánicos, que imposta, y solo se mueve cuando siente el impulso para realizar una acción.

Que además sucede cuando tienen tu acción y tus estrategias claras.
Exacto, que es parte también de jugar tennis. Uno está concentrado en esa bola, no estás pensando en nada que no sea llegar y contestarla. Incluso hemos pensado en escribir un texto juntos, sobre todo esto.

¿Por qué está película no la firmaste como Daniel Ro?
Cuando hice “El Acuarelista” yo era rector de la Universidad Privada del Norte y busqué tener una identidad distinta como creador y artista. Pero nunca me sentí cómodo con esto, cayó antipático, no salió nada positivo de ese cambio. De hecho cada vez yo lo leo me da como una especie de disgusto.

Y reseñando la anécdota, ¿cómo han recibido las críticas de grupos a favor de los animales respecto a la escena abridora del camal?
El camal en el que se filmó la escena era un set, no era real. La sangre que está en el piso es agua con tinta, los cerdos fueron filmados con una cámara que posee un lente llamado “baby lents” que es un lente que desenfoca la mitad de la imagen además que está relentizada por momentos y en otros aceleradas. Los sonidos fueron grabados en un camal real y la escena fue grabada con 20% más de volumen respecto a toda la película. Los cerdos fueron manipulados por personas expertas. Todo es truco óptico y sonoro. “Lamentablemente” está tan bien hecha que se confunde. Además yo tenía en el set a una persona que dedica su vida al respeto de los derechos de los animales, y que de ser ciertas estas acusaciones inmediatamente hubiera protestado y renunciado, y esa persona es Vanessa Saba.

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