VIVIR Y DEJAR VIVIR

Cuatro años después de su estreno en 2013, “El Proyecto Laramie” tuvo una nueva temporada en la cartelera local en agosto de este año. Siempre bajo la sensible mano de Jaime Nieto, el montaje se mudó a un nuevo teatro y trajo un renovado elenco y aquellas perennes ansias de superar el tema que aborda. Un montaje minimalista que ahonda en una problemática social que, pareciera, es más grande que sus protagonistas.

VIVIR Y DEJAR VIVIR

Escribe Martín Velásquez

“Dicen que han encontrado a un hombre joven golpeado en las afueras de Laramie. Y dicen también que se llama Matthew Sheppard. ¿Y si es nuestro Matthew?”, nos narra la amiga íntima de la víctima, al recordar las palabras de la persona que le diera la noticia del brutal crimen.

De esta y mil maneras similares, en octubre de 1998, un pueblo entero se va enterado poco a poco de que, en sus inmediaciones, ha sido torturado y abandonado a su suerte, durante 18 horas, un joven estudiante de 21 años conocido por todos: Matthew Sheppard.

La misma noticia, moldeada por múltiples versiones, ha corrido, rauda o pacientemente, magnífica o someramente; y, también de un momento a otro, todos han conocido cuál ha sido el motivo de tamaña atrocidad: Matthew Sheppard era gay. Detalle suficiente para polarizar a todo un pueblo y para curtir por algunos días las amarillas portadas de los periódicos y las pantallas de la prensa local.

Luego, continuarán las declaraciones de los cercanos, las versiones de los distintos testigos de la noche del crimen, la vida privada de un muchacho que no había acabado de crecer, protestas, vigilias, conmoción internacional… y la muerte. Injusto pero inexorable destino de un ser humano con sueños, talento y futuro prometedor.

Después, la condena a los culpables, las palabras de los padres de los protagonistas (víctima y victimarios), las organizaciones, entidades y movimientos en pro de los derechos de la comunidad homosexual, las leyes contra los crímenes de odio y los infaltables sectores conservadores reticentes a todo aquello que atente contra su decadente moralidad. Todos factores correspondientes a una problemática mundial cuyo origen se halla anclado en la retrógrada mentalidad de la no aceptación y sus vertientes que se alimentan de taras culturales, decisiones políticas y creencias impuestas. Finalmente, una obra de teatro.

“HABÍA ALGO SOMBRÍO EN SU VOZ”
A partir de este asesinato real de repercusión internacional, el dramaturgo y director de origen venezolano Moisés Kaufman, miembro fundador del Tectonic Theater Project, organizó a un grupo de diez actores de su compañía para viajar al pueblo de Laramie, en Wyoming (USA) y poder conversar con los pobladores en torno al caso de Matthew Sheppard.

“Moisés me llamó diciendo que tenía una idea para su próximo proyecto teatral. Pero había algo sombrío en su voz. Así que le pregunté de qué trataba y me respondió que quería escribir una pieza basada en lo que había ocurrido en Wyoming”, comenta uno de los actores de la compañía, dentro de la misma obra de teatro.

Así fue. Viajaron más de una vez y realizaron más de doscientas entrevistas a la gente del lugar. “El proyecto Laramie” es una obra cuya dramaturgia se construyó sobre la base de los múltiples testimonios desprendidos de un hecho muy concreto y cuya conjunción nos ha permitido esclarecer una cruda conclusión: hay un “cáncer social” que tenemos que erradicar y no hemos aprendido a hacerlo. Las diferentes perspectivas, creencias y posiciones que la gente común de esa pequeña ciudad sostiene, dibujan un conflicto de escala tristemente mundial, presente, en diferentes medidas, en todas las sociedades.

El atinado ojo de Kaufman halló en el nefasto acontecimiento el tratamiento adecuado para llevarlo a escena: dejar hablar a la sociedad. Nada más categórico y genuino que la mirada de todos aquellos agentes que participaron directa e indirectamente de un crimen tan sonado internacionalmente; creando de esta suerte de abanico testimonial, una obra contundente en la temática planteada, que no deja de lado en ningún momento el respeto que a la memoria de Matthew se debe. La obra nace y se sostiene en los más de ochenta personajes que ponen voz a esta historia y arriesga por una propuesta dramatúrgica muy particular: el testimonio.

SER GAY EN PERÚ
Jaime Nieto no anda con rodeos cuando tiene la convicción de contar algo que considera necesario compartir. La complacencia del público no es el motor de su quehacer teatral y de ello dan cuenta tanto su vasta obra dramatúrgica como aquellas piezas que se ha propuesto dirigir. Sin gratuidad y sin el afán de serlo, ha sido atrevido, trasgresor y hasta cruel con el público que ha aprendido a ver sus obras y a dejarse sorprender en cada estreno por una nuevo remesón escénico. Si hay que mostrarlo, lo mostramos. Pero siempre con esa franqueza que tiñe todos sus montajes y una responsabilidad consciente a la altura de los temas que toca.

“El Proyecto Laramie” es, acaso, el montaje más delicado y sincero de los últimos años que ha se ha propuesto llevar a escena y, como él mismo lo ha manifestado más de una vez, el más políticamente correcto. “Vivimos en una sociedad intolerante. Y es hora de hacerla cambiar. Esta obra es una oportunidad para escuchar las distintas posiciones con respecto al tema: de quienes consideran la homosexualidad como una aberración, de aquellos que mientras no les toque de manera directa les resulta totalmente indiferente, y de los que reconocen en lo diferente una manera de ser”, declara Jaime en el programa de mano de la temporada de reposición.

Sin embargo, al margen de la posición que el director toma y que queda evidentemente clara, Nieto ha dirigido sabiamente una obra que habla por sí misma y no cae bajo ninguna circunstancia en el panfleto, riesgo latente en obras de este tipo, cuya temática es tan vigente como controversial. Y ello hace que la obra cobre verdad, nos muestre las diversas opiniones respecto del tema, reflejadas en los numerosos personajes del pueblo de Laramie, abriendo un debate urgente y justo.

En tiempos donde la ligereza y la inmediatez se apoderan más fuertemente de nuestra vida cotidiana y de nuestras manifestaciones artísticas, las obras de temática coyuntural y polémica -como lo es esta- es lo que más necesitamos pues propician el diálogo y la crítica, que es la mejor forma de re-pensar sobre nuestras taras y nuestro accionar.

“Este montaje, completamente minimalista, busca poner énfasis en el texto. Ocho actores dan vida a más de ochenta personajes. Ellos fueron testigos de una tragedia que marcó sus vidas para siempre. Sus opiniones pueden ser las tuyas. ¿Con cuál te identificas?”, concluye Nieto en el programa.

CODA
Unas reflexiones personales:
1. Nos dice el español Juan Mayorga en una entrevista: “Un teatro que no genera controversia, es un teatro irrelevante. El teatro no sólo se hace para la ciudad, sino también contra la ciudad. Para desafiarla. Es capaz de dar a ver aquello que no queremos ver, de mostrar aquello frente a lo que cerramos los ojos”. Necesitamos más teatro cuestionador.
2. En el Perú, los crímenes de odio son tristemente actuales, a la vez que velados, como tantos otros estigmas que tenemos el deber de erradicar. Hablar de ellos es el gran primer paso.
3. A Matthew Sheppard no lo mató un par de jovencitos. A Matthew Sheppard lo matamos todos.

 

FICHA TÉCNICA
Dirección Jaime Nieto
Autor Moisés Kaufman
Elenco Lía Camilo, Claudia Berninzón, Iván Chávez, Gianni Chichizola, Bruno Espejo, Roberto Ruiz, Katia Salazar, Ingrid Altamirano
Dirección adjunta Roberto Ruiz
Diseño de luces Enrique Aquije
Temporada Del 10 de agosto al 25 de septiembre
Lugar C.C. Universidad de Lima: Av. Cruz del Sur 206 – Surco

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