TEATRO Y PRODUCCIÓN
Escribe La Shaparrita
La página web es.wikihow.com (el Wikipedia de los tutoriales) explica cómo producir un montaje escénico en catorce sencillos pasos con fotografías incluidas. Su lógica simplista nos invita, primero, a conseguir una obra de teatro, luego un director, actores, adquirir financiamiento, ensayar y estrenar. ¡Cómo no lo pensamos antes! Si bien la obviedad quiebra este frágil razonamiento, la web en cuestión consigue que nos preguntemos: ¿existe una fórmula, método o patrón para afrontar una producción ligada a las artes escénicas?, ¿a pesar de que cada proyecto posee una naturaleza individual, qué elementos debe considerar como esenciales un productor?
Para responderlas, el grupo Espacio Libre invitó a Geraldine Sakuda, directora pedagógica de La Tarumba, institución emblema de la actividad circense en el Perú y que ya suma 32 años de actividad ininterrumpida; José Torres, director del Centro Cultural Artístico Grecia, colectivo que este mes cumple 20 años apostando por hacer teatro en Comas; y Janice Villalobos, la más joven de los tres, quien dirige La Productora, su propia empresa pero que se dedica a la producción desde el 2010. Sus diversas experiencias, su particular manera de entender el quehacer escénico, no harían más que sumar al diálogo y al intercambio de conocimiento.
ADRENALINA INICIÁTICA
Geraldine nos recuerda que La Tarumba empezó haciendo teatro de calle, que no siempre fue la carpa para mil personas que poseen hoy y que el primer espacio de exposición que tuvieron fue la casa que aún poseen en Miraflores (donada por la actriz Aurora Colina a Fernando Zevallos, su director), en la que el máximo aforo eran 50 personas. “Lo primero que un productor necesita es creatividad –asegura ella-. No hay fórmulas pero sí una acumulación de experiencias. Para nosotros es importante conocer el mercado y a quién nos dirigimos para, desde ahí, orientar las acciones.” Janice concuerda y agrega “que el teatro es siempre una actividad colectiva y se nutre del trabajo de todos”, que el diálogo entre todas las partes es fundamental para aportar creativamente soluciones. Sin embargo, José siente que la distancia geográfica lo hace sentirse “en un mundo diferente. Nosotros hacemos lo que se nos ocurre. Una noche decidimos que queremos hacer una obra y a la siguiente todos traemos ideas. Si bien yo siempre dirijo el montaje, todos nos repartimos el resto de tareas y no tenemos un productor definido. Después de tres o cuatro semanas de ensayos nos preguntamos cuánto nos va a costar la gracia”.
No cabe duda que la oferta teatral ha crecido en el último lustro pero es también sabido que el público no ha aumentado proporcionalmente a la oferta. Por tanto es vital destacarse, marcar diferencias, sobre todo ahora que los espectadores, gracias a las nuevas plataformas de comunicación, están constantemente expuestos a publicidad. Y este es un punto en que los tres coinciden.
Geraldine continúa evocando los días en que, a inicios de la década del 90, dibujaban a mano sus propios afiches, los cuales fotocopiaban en papel amarillo para, finalmente, pintar de rojo las narices a los payasos. “Esa fue nuestra forma de hacernos visibles y diferentes”, explica. Y aunque ahora La Tarumba cuenta con un equipo definido de marketing y publicidad que trabaja las estrategias de comunicación y medios, ella también repartió volantes en el transporte público. A pesar de las diferencias, el método de José no difiere mucho: “plasmamos en nuestro material lo que nos emociona”. Sin embrago es consciente que su forma de trabajo deja mucho al azar y poco a la planificación, y no duda en bromear al respecto: “llevé un taller en el Ministerio de Cultura y terminé dándome cuenta que en Teatro Grecia cometemos todos los errores del modelo de gestión. Pero, no sé por qué, a nosotros nos funciona”, y con él ríen todos. Pero cabe resaltar que su centro cultural cuenta ya con un público fidelizado, razón por la que ha prescindido de salir a volantear junto con sus alumnos. “Eso es algo que ya no hacemos más”, asegura.
Innegablemente, el trabajo de producción es una faena empírica, donde la teoría no tiene mayor asidero que el registro de una experiencia (exitosa o no) que no necesariamente puede repetirse. Por ello, José agrega que las carreras artísticas deberían considerar más laboratorios de producción: “cada montaje es único. Acá en Grecia todos chambean por igual, hacemos teatro a la antigüita. Acá los alumnos se electrocutarán arreglando cables, desatoran el baño… es la única forma de hacer y entender el teatro. El teatro necesita tu sangre y tu sudor”.
LÍMITES DIFUSOS
En la forma en cómo se trabajan los montajes en nuestro país, el director suele tener la última palabra, la decisión más importante en casi todos los temas. Realidad antagónica a las grandes producciones estadounidenses o inglesas, por ejemplo, donde es el productor quien las determina. Entonces, ¿cómo es su trabajo con el director, su relación con el resto de personas que conforman un proyecto? Como bien señala Janice, la labor de un productor no es sacar copias ni servir el café. Su trabajo es constante y, si las condiciones están dadas, incluso debería tener injerencia en la creación del proyecto. Su trabajo no culmina con el estreno sino que también tiene una función de mantenimiento, de sostener al público durante la temporada. “Yo salí de trabajar de una empresa como La Plaza, donde aprendí mucho. Empecé produciendo la primera edición del festival “Sala de Parto”. Al inicio no sabíamos muy bien cómo organizarnos y mucho aprendimos de cómo se movía la gente de marketing. También quería pegar afiches y hacer de todo pero me di cuenta que no era mi responsabilidad. Y no se trataba de que no pueda hacerlo sino que me correspondía concentrarme en mis funciones. Por eso, cuando me independice y formé La Productora, me propuse ayudar a los demás a perseguir sus sueños, a hacer lo que a nadie más le gusta hacer, que es planificar, hacer cronogramas, conseguir auspicios y que son cosas que hago bien”, manifiesta.
“Todo es producción”, aclara Geraldine. La espontaneidad es válida, asegura ella, pero no es siempre posible. “En La Tarumba organizamos festivales que, por su dimensión, exigen una planificación rigurosa y con mucha anticipación”. Concuerda con Janice respecto a la responsabilidad, lo que no implica no dialogar con sus pares para enriquecer propuestas. “Y regresamos al punto inicial: todo es creatividad y esta solo se desarrolla observando”, manifiesta.
José declara que Teatro Grecia funciona como una tribu, así que no hay límites definidos más que el del director. “El fracaso y el éxito es de todos. Yo creo que todos los productores nos estresamos por igual, sea que el montaje de uno cueste 200 soles o 30 mil dólares. No juzgo cuánto gastan, es proporcional y en todos está la preocupación de que un montaje tiene que hacerse. Eso sí, ideológicamente todo tiene que estar muy claro. Nosotros no vamos a hacer una obra por publicidad. Primero está lo que queremos decir y luego veremos cómo. Con nosotros hay chicos que estudian publicidad y que tratan de cambiarnos el chip pero no me dejo –y ríe fuertemente. Quiero demostrar que se puede vivir de esto de otra forma.”
EL HECHO ARTÍSTICO
Geraldine no niega que en La Tarumba les han ofrecido, a cambio de dinero, que el payaso principal tome en escena cierta marca de gaseosa o lea la página central de algún diario. “Nunca hemos aceptado por más que esa suma hubiese aliviado la producción. Pero hay que tener claro que el espectáculo es el hecho artístico y eso es lo principal. Lo demás son herramientas para la difusión del hecho artístico.”
Janice agrega que cuando una institución o un personaje posee trayectoria es mucho más fácil acceder a auspicios y similares, acciones difíciles de conseguir cuando recién se empieza. “Por eso –explica- recomiendo señalar una buena frase que resuma la historia que se va a representar. Nuestro reta está en rescatar esa frase para luego llevarla a diferentes plataformas (como un afiche o una valla) o, a partir de ella, construir la imagen.”
Pero el espectáculo también implica generar transformaciones en el público. Cada temporada de La Tarumba, cuenta Geraldine, reciba un promedio de 100 mil espectadores, de los cuales unos 5 mil son invitados. Que no paguen una entrada no significa que no se les valore o se considere su experiencia. “Esto tiene otra clase de valor para nosotros. Poder llevar a niños del puericultorio a ver circo por primera vez, que se deslumbren con nuestra magia hasta tenga más valor que el que pagó cien soles por una entrada”. Y no olvidemos que esas experiencias positivas también suman en las recomendaciones y el boca a boca.
PRIMERO EL PÚBLICO
Manifiesta Sakuda que parte de su trabajo es hacer accesible el arte al público. Por tanto, las estrategias deben desarrollarse para llenar sala, sea ésta para 10 o 300 personas. Así, el trabajo de producción debe definirse en dimensión al público que se piensa recibir. “El arte escénico es un trabajo equipo. En La tarumba trabajamos para brindar una experiencia y la experiencia debe ser positiva desde que el espectador compra la entrada o la canchita, cuando ve la función, cuando ve a ese artista preparado, que invirtió tiempo en la construcción de un personaje que conmocione hasta que dejan la carpa.”
José produce mucho teatro para niño en Comas. Por ello, sabe que a quien debe “franelear” es a los padres, quienes pagan la entrada, mientras a los niños deben impresionarlos. “Nos hemos dado cuenta que ahora los niños no hacen casos a los papás. Nosotros hablamos con ellos y les pedimos que los dejen ingresar solos a la sala. Y los chicos salen felices, ya no se pelean con sus papás y, claro, a los papás les ha encantado eso. Tenemos feeling con los niños. Con los adultos todavía nos están costando encontrar la fórmula.”
Geraldine siente que es el niño quien realmente toma las decisiones de compra pero no duda que el padre es un poco de atención primordial para su trabajo. Como bien recuerda, La Tarumba no trabajó en carpa sino hasta el 2003 y desde 1993, el público se sostuvo gracias a los talleres para niños; es decir, fueron los padres los primeros espectadores. “Tenemos que cuidar lo que ofrecemos y ser consecuentes con ello. Yo no puedo poner una vedette o un chico “Combate” porque perdemos el público familiar que nos costó forjar. Pero es también válido que haya quien quiera pagar una entrada por verlos.”
Agrega José que algunos espacios han perdido el “don de gente” por tratar al espectador como un número más. “Cuando tratas a alguien con cariño, regresa”, afirma José. A pesar de su método poco ortodoxo para gestar la producción, Geraldine afirma que el trabajo que se realiza en Teatro Grecia si es sistematizado por más que no utilicen la terminología del sector: tienen una identidad definida, público fidelizado, servicios cómodos y búsqueda constante de calidad.
VÉRTIGO CONSTANTE
Hoy por hoy, la faena del productor suele asociarse con la de gestor cultural. Esto es algo que entusiasma a Janice, quien suele trabajar varios proyectos a la vez, lo que le brinda la oportunidad de llevar diversas historias a un público muy distinto. Geraldine concuerda con que esta labor genera una suerte de adicción, “una adrenalina que produce el salvar una situación que se complica”.
Janice asegura que el teatro se ha institucionalizado, siguiendo un modelo de negocio: “como productora debo fijarme también en las finanza, por ejemplo. Y está bien porque permite mayor rentabilidad, vivir a los artistas de lo que hacen”. Agrega que plataformas digitales como Facebook son fundamentales para la comunicación: “siento que ahora el teatro se vende por Facebook ya que es mayoritariamente gratis y es una herramienta que todos usamos. Pero hay que saber comunica en esa red social.” Sin embargo, pide que los artistas escénicos trabajen más unidos, en conjunto.
Tras escucharlos, queda claro que el productor es un aliado más en la construcción de un montaje. No es el enemigo ni el culpable cuando algunas acciones no se concretan. Sin embargo, definir sus funciones brindará claridad. Lo importante, como señalaron los tres invitados, es ejecutar, no limitarse, probar y trabajar con orden. Las fórmulas, ya lo dijeron ellos, no existen. Y lo que funciona para uno podría no hacerlo para otro, pero compartir sus experiencias sí será vital en la prevención de posibles errores.
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